Sucedió algo previsible
En el día de ayer, 22 de septiembre, me dirigí a la UGC 3, entre otras cosas para solicitar nuevamente la limpieza de los cordones de todo el trayecto de la Avenida San Martín (Ruta 25), desde el barrio El Cazador hasta la ciudad de Belén de Escobar, que se encuentran llenos de tierra acumulada producto del tiempo y de la falta de limpieza. El objeto de mi reclamo obedecía a que los ciclistas deben correrse hacia el centro de la ruta, con el consiguiente peligro, o en su defecto subir a lo que podríamos llamar vereda o senda peatonal, por supuesto casi inexistente. La respuesta que recibí en esta ocasión fue que no sabrían qué dependencia del Municipio se encarga del asunto, que no es jurisdicción de esa UGC y que, además, es una ruta provincial.
Y como no tenemos visión de futuro, a las 17 horas, mi hija, mientras iba por primera vez desde que comenzó la cuarentena al club para iniciar actividades deportivas permitidas por el Municipio, en bicicleta, ocurrió lo previsible: resbaló con la rueda en esa tierra del borde al hacer una maniobra para evitar un accidente peor y cayó al piso .
Mientras que salí a buscarla angustiada sin saber con precisión lo que le había ocurrido, pensaba si estaba poseída por la magia o simplemente había usado la razón al solicitar una y otra vez la limpieza de ese cordón.
Por suerte no fue un accidente de extrema gravedad, pero sí con lesiones en una rodilla y en la otra pierna.
Mi pedido puede insumir recursos de mano de obra y una pala, nada más.
Y no estaría de más comenzar a pensar en construir una senda para peatones y ciclistas, porque esa ruta es muy transitada por bicicletas, más aún en este tiempo de pandemia, donde el colectivo solo puede ser utilizado por «esenciales». También los peatones se ven obligados a caminar por la ruta, sobre todo durante o después de una lluvia para evitar pisar el barro de una vereda de tierra y llena de pozos.
Tras lo sucedido con mi hija, no esperemos que se produzca otro accidente.
Myriam Laudonio
Realmente, todo accidente es una desgracia. Pero en lo personal, ya de esto hace 30 años, la ruta 25 no es un lugar para bicicletas. Con el verso de la energía sustentable y otras yerbas, la gente pica el anzuelo y se arriesga a transformarse en picadillo. Hace años atrás, una auxiliar de la escuela 7 fue enredada por la rueda trasera de un camión arenero y casi pierde el brazo. La gente desesperada le hacía señas al conductor porque ni se habia dado cuenta. Tanto en rutas como autopistas las bicicletas deberían estar prohibidas. O bien pagar patente o seguro, para evitar situaciones vidriosas. Debemos admitir que la muchacha la sacó barata. Qué la próxima tomé el colectivo, remís o alguien la lleve en auto particular.