Señor intendente: ¡Pare la mano!
Por el Dr. Marcelo L. Soto
Mientras que en CABA el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta anunciaba que remitirá a la legislatura porteña un proyecto de ley por el cual el Gobierno de la Ciudad condonará durante los próximos dos meses el pago de ABL para los comercios no esenciales y del impuesto al uso de espacio público para aquellos bares y locales gastronómicos que cuentan con sillas y mesas en la vereda, otorgando, además, una línea de créditos de hasta $500.000 por local a una TNA de 12% anual a devolver en 18 cuotas mensuales consecutivas con 6 meses de gracia, el intendente Ariel Sujarchuk anunciaba con bombos y platillos que en esta nueva etapa de aislamiento social obligatorio el «Palacio Municipal» dejará de atender al público mientras que, en cambio, se mantendrán abiertas al mismo las oficinas de AMIP y de la Secretaría Contravencional en Belén de Escobar y Garín donde, seguramente, te esperará en la puerta una bella y esbelta señorita que, ataviada con un delicado “tailleur” con el escudito de “Escobar Florece“, te hará entrega al ingresar de un frasquito con vaselina indicándote la ubicación del toilette por el que podrás pasar para colocarte el producto antes de dirigirte a las cajas a oblar gabelas y multas calculadas bajo la premisa “in dubio pro fiscum” (en caso de duda se estará siempre en contra del contribuyente) para bronca e indignación de algunos e impotencia y resignación de otros.
Bronca e indignación es lo que una parte del pueblo siente al ver que tanto el intendente como los jerarcas que le rodean no se cansan de pedirnos sacrificios mientras ellos gozan del “dolce far niente” de la cuarentena cobrando el cien por ciento de sus haberes, en tanto la otra parte ve con impotencia y resignación cómo caen dramáticamente sus ingresos; cómo se cierran y pierden sus fuentes de trabajo mientras que un estado municipal paquidérmico, ineficiente, autoritario e insensible, malgastando los fondos que el contribuyente aporta, solamente se preocupa por recaudar exigiendo el pago de tributos y multas fijadas por algún funcionario que, imbuido de un erróneo espíritu fiscalista y estatista, ejerce el poder de la ley en indebido beneficio de la administración o del Estado tratando de cobrar el mayor número posible de multas, no para desalentar el incumplimiento de las ordenanzas, sino para obtener fondos para la comuna y hacer posible que quienes gobiernan sigan dándose “la dolce vita” haciendonos creer que vivimos en el paraíso cuando, en la realidad, nos llueven penas como granizo.
Con más de cien días de encierro, la gente está colapsada y mentalmente alterada no solo por ver afectados derechos y libertades de raigambre constitucional sino por el futuro incierto -y cada vez más oscuro- que vislumbran porque, por la cuarentena, la plata se acaba; muchos han quedado sin trabajo; los negocios y pymes cierran o quiebran -ya que al no poder trabajar no pueden cubrir sus costos- y el endeudamiento de los vecinos para paliar las necesidades básicas del grupo familiar se incrementa exponencialmente mientras “el monarca y su corte” no solo siguen cobrando el total de sus haberes sino que, cual escarnio al contribuyente, se auto aumentan sus remuneraciones como buenos ciudadanos patricios de “Arielandia”.
Así, cuando el pueblo necesita más que nunca de un estado municipal “amigo” que se solidarice con él -pero no de la boca para afuera o practicando actos de demagogia barata- y que haga los mismos sacrificios que se le exigen, resulta que se encuentran con un estado carente de empatía y paradigma del “haz lo que yo digo mas no lo que yo hago” en el que quienes integran la casta gobernante, se ubican cual semidioses por encima del ciudadano que les confió con su voto los destinos del municipio y solo se preocupan por recaudar exigiendo el pago de tributos que la gente, por obvias razones, no está en condiciones de pagar y/o suculentas multas fijadas arbitrariamente al amparo de un desvío de poder, para incrementar las arcas municipales y así mantener su statu quo. Y si “para muestra alcanza un botón”, como solía decir mi abuela Emilia, basta ver las hordas de inspectores de tránsito que la municipalidad ha lanzado a las calles con el pretexto de controlar que solo circulen las personas habilitadas cuando en realidad lo único que hacen es una caza de brujas para esquilmar al pobre vecino que, aunque no tenga todos los papeles en regla, osó salir con su coche a buscar comida, medicamentos o a hacerse atender por un médico evitando usar el transporte público por el riesgo de contagio que dicho medio conlleva.
Por ello, Sr. Intendente, no sea hipócrita. No haga alharaca gritando a los cuatro vientos que tiene la responsabilidad política y moral de salvar vidas, porque obrando como lo hace, NO LAS SALVA sino que, como el salvavidas de plomo, LAS HUNDE.
¡PARE LA MANO! y entienda que Ud. y los concejales (que tan triste papel hacen al aprobar automáticamente, y por unanimidad, todos los proyectos de ordenanza que Ud. les remite sin dejar constancia en el diario de sesiones de las razones que los llevan a emitir su voto favorable) son parte del pueblo que, como soberano, les ha encomendado la administración del municipio. ENTIENDALO. No son seres superiores sino SIMPLES EMPLEADOS que deben ejecutar el mandato que les hemos otorgado para que defienda NUESTROS intereses y NUESTROS bolsillos, NO LOS SUYOS NI LOS PARTIDARIOS. Y tenga siempre presente que desde el momento en que fue elegido Ud. ha dejado de representar a un partido político para representar a la totalidad de los ciudadanos sin distinción de banderías políticas, por lo que quienes estudiamos, trabajamos, producimos y día a día le ponemos el hombro al país, le exhortamos que deje de hacer partidismo político con los fondos del erario al que todos contribuimos y realice junto a sus jerarcas los mismos sacrificios que exigen para todos recordando en todo momento que SI ASÍ NO LO HICIEREIS, DIOS Y LA PATRIA OS LO RECLAMARÁN.
Me sumo y solidarizo con los reclamos sobre el cobro y el modo de atención que hace el Dr. Soto. No resulta justo que el esfuerzo debamos pagarlo siempre los vecinos, mientras que por parte del ejecutivo municipal, no se advierta el menor sacrificio para acompañar el difícil momento que vivimos.
Apelo al buen sentido ejecutivo y solicito se contemplen las medidas coadyuvantes a mantener una eficiente misión administrativa.