Robados y obligados a invertir en su propia seguridad

Lo sucedido ayer en una vivienda de la calle Los Lirios, en la esquina con Anémonas, en el barrio El Candil, es un episodio más de las decenas o cientos de delitos que ocurren a diario en el partido de Escobar. La historia se repite una y otra vez: en este caso, un matrimonio salió de su casa; minutos después de las 20, una vecina los llamó por teléfono preguntando si estaban en su domicilio porque «sentía ruidos en el parque de la casa». Rápidamente regresaron a su hogar y descubrieron que les faltaban varios elementos, entre ellos cinco garrafas, herramientas y elementos de jardinería. «Deben haber trepado por una pared de madera y saltado, aunque por suerte no forzaron ninguna puerta de la casa», afirmó la víctima. «Ahora tendremos que tomar medidas como poner alambre de púa, elevar un poco más la pared e instalar alarmas». Una vez más, los ciudadanos deben compensar la ausencia del trillado ‘Estado Presente’. ¿Qué sucede con las tasas municipales e impuestos provinciales, que deberían asegurar un nivel básico de seguridad?

«Le pasó al de al lado, al de enfrente, esta vez me pasó a mí. Cosas extrañas venían ocurriendo desde hace un mes en la cuadra, personas que tocaban el timbre, otros vecinos a los que habían robado, una vecina que escuchó pasos en el techo, robos en la calle a plena luz del día, el tema es preocupante», agrega la víctima del delito.

Por otro lado, un número creciente de opiniones coinciden en describir al cuerpo municipal de Prevención Comunitaria como de ‘escasa efectividad’: «Vemos a los chicos, pero están usando el celular, su WhatsApp. Tanto hombres como mujeres que están en las esquinas y no entiendo qué función cumplen realmente. Es un servicio comunitario, de acuerdo, perfecto, pero están mirando sus teléfonos, chateando en WhatsApp o viendo redes sociales; evidentemente, fallan en las consignas que reciben o la instrucción es pésima», afirma otra vecina de El Candil.