Padres Organizados reclamaron frente al Municipio

«Queremos hacer las cosas bien, y no te dejan: nosotros queremos escuelas con protocolos mientras  los políticos se amontonan para sacarse una foto y mostrar que están unidos, parece el mundo del revés» decía una de las mujeres autoconvocadas que, al cierre de esta edición, se encontraba en la plaza San Martín en Belén de Escobar, en las puertas de la Municipalidad, donde se realizó una vigilia en reclamo por la reapertura de los colegios. El evento se repitió en casi todas las plazas principales de los municipios bonaerenses. Una numerosa cantidad de padres depositaron velas y consignas  en la escalinata de entrada al palacio municipal. «No cierren las escuelas», «Lo primero en abrir, lo último en cerrar», «Nuestros hijos tienen el derecho a ser educados», «Celebremos estas velas donde hay luz hay vida»,  «Clases en las aulas 2021» y «La educación es esencial» decían algunos de los carteles expuestos en el lugar.  Un participante aclaró que son padres, «no militantes, no venimos en representación de algún partido, todos trabajamos, nos ocupamos de nuestros hijos y ahora nos encontramos luchando por los derechos de nuestros hijos». Y aclaró que actúan «siempre con respeto y empatía por el otro».

La escuela abierta: una esperanza en el presente

La última nota  dirigida a las autoridades nacionales y provinciales elaborada por Padres Organizados data del mes de abril. En ella insisten en seguir defendiendo la escuela y un acceso equitativo a la educación, «porque ningún niño merece cargar con los errores de la gestión de la pandemia».
El texto completo consigna lo siguiente:
A las autoridades nacionales y provinciales:Como padres y docentes, al inicio de las restricciones y sin conocimiento del comportamiento del virus, asumimos un rol de espectadores mientras el Gobierno Nacional tomaba medidas que postergaban el derecho a la educación para niños y jóvenes.
La experiencia de la mayoría de los países a los que podíamos mirar como referencia nos indicaba que debíamos consentir un cierre casi total de las actividades mientras se preparaba el sistema sanitario para responder a una inevitable multiplicación de contagios.
De ninguna manera esperábamos que la estrategia de adecuación se llevara puesto un año lectivo entero. En la sucesión de medidas dictadas por el poder ejecutivo nacional, la escuela quedó olvidada y los niños resultaron completamente postergados en el marco de una política de confinamiento estricto que desconoció sus derechos a la educación y a la socialización.
Ninguna política pública puso el foco en un abordaje serio y adecuado para la niñez y la adolescencia, ni tuvo consideración por el 60% de los chicos de nuestro país que se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Nueve millones de niños quienes, además de tener sus necesidades básicas insatisfechas, hoy todavía no gozan siquiera del derecho humano de asistir a diario a la escuela. En las aulas, una gran parte de nuestros niños encuentran la contención que les permite compensar carencias y contrarrestar situaciones de abuso y violencia familiar. Los meses de confinamientos y escuelas cerradas ahondaron esa vulneración de derechos (según Unicef, la violencia intrafamiliar y/o sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes aumentó 23% en 2020).
Somos plenamente conscientes de los déficits y problemas que aquejan a nuestro sistema educativo actual. Sin embargo, pese a los planes de estudios anacrónicos, a los edificios sin mantenimiento, a los docentes con graves problemas salariales en varias provincias, y a las políticas sociales que se delegan en el aula, la escuela sigue siendo la segunda institución más importante en la vida de un niño.
Por esas razones resulta injustificable que la escuela no esté disponible para recibir a los millones de Niños, Niñas y Adolescentes que la necesitan. En el camino de largos meses de virtualidad quedaron rezagados más de un millón y medio de alumnos, cuyos datos de recuperación aún se desconocen.
Como padres, como docentes, y fundamentalmente como adultos, seguimos defendiendo la escuela y un acceso equitativo a la educación, porque ningún niño merece cargar con los errores de la gestión de la pandemia.
No permitamos más desigualdad. No toleremos que la negligencia administrativa subyugue el derecho a la educación a otros intereses, mientras se pierde la escuela pública y, con ella, el futuro de nuestros niños y jóvenes.
La escuela abierta es la esperanza que podemos darles, sino la última.