Oponerse a la alcaidía tiene sus costos. Ante temor de perder planes, hay vecinos que prefieren callar.

La campaña «anti construcción de la alcaidía» ejecutada por vecinos de Belén de Escobar, y en particular del barrio del Cementerio, entró a una fase que demanda cuantiosos recursos económicos para afrontar los honorarios de los abogados que los representan ante la Justicia. «Los letrados nos han hecho un plan de pagos, ya abonamos un anticipo de 60.000 pesos y una primera cuota de 30.000. Nos quedan siete cuotas de 30.000», afirma una de las vecinas del lugar en diálogo con Periódico El Cazador. «Anteriormente ya habíamos hecho un pago por el recurso de amparo, recurso de no innovar, que fue rechazado por la Jueza», agrega.
«En el rechazo de la jueza Mónica Ayerve, ella misma nos indica cómo proceder, nuestro objetivo es reclamar para conservar el bienestar del ambiente de nuestro barrio, porque aunque seamos pobres, creemos tener derechos y dejar de reclamar significaría resignar nuestro modo de vida, nuestra dignidad y acceso a las garantías legales, en consecuencia estaríamos condenando a nuestros hijos. No vamos a parar hasta que reubiquen la cárcel a un lugar donde no perjudique tanto a la comunidad», apunta otra vecina.
Y para recaudar estas elevadas sumas de dinero, el vecindario recurre a iniciativas de diversa naturaleza. Ahora han lanzado una Rifa del Día de la Madre que piensan sortear el próximo 14 de octubre por Lotería Nacional nocturna. Los premios serán: 1°) un lechón de 10 kilos. 2°) un costillar + cuatro vinos; 3°) un jazmín (diez litros);  4°) una canasta con alimentos, y 5°) una torta.

Solidaridad  de concejales

Mientras tanto, las obras de construcción se iniciaron y los vecinos protestan: «Tenemos confianza de que se pueda detener la obra, de hecho tenemos el ejemplo de las eléctricas de Matheu que fueron desmontadas por los reclamos de los vecinos. Los trabajos aquí continúan en medio de ruidos ensordecedores y un tránsito aterrador. Colectivos detenidos por doquier, estacionados muchos de ellos en las puertas de las casas, aceleran, hacen bochinche, la calle Gelves en nuestro barrio está intransitable. El malestar aquí es increíble. Lo anecdótico es que cuando sale humo del crematorio ubicado en nuestro barrio, los obreros se retiran de la obra».
Días atrás, el barrio fue visitado por concejales de Juntos Escobar con quienes varios vecinos  conversaron en la esquina del cementerio. Los ediles les expresaron su apoyo, en particular aquellos que asumieron en diciembre pasado y que, por lo tanto, no presenciaron la votación  desarrollada en el Concejo Deliberante, que definió la instalación de la alcaidía en este lugar. «Al encuentro con los concejales se acercaron muchos vecinos que hasta ahora no se animaban por miedo, por perder los beneficios de planes, según lo expresado por ellos mismos», dice una protagonista de la reunión.
La mayoría coincide en afirmar que este era un barrio bastante tranquilo, donde los chicos iban solos al almacén para hacer las compras. Con el movimiento actual de camiones y colectivos todo cambió: «No se hizo ningún trabajo de infraestructura para acondicionar el barrio a  esta nueva realidad. Y la alcaidía aún no está funcionando. Esto es una muestra más que clara que este no es un buen lugar. No tenemos asfalto, a lo sumo algún mejorado, y los camiones ocupan toda la calle. En las esquinas no pueden doblar, deben subirse a las aceras, todo esto es caótico. ¡Cómo nos han afectado la vida diaria!  Basta con ir al cementerio, pararse ahí unos minutos y darse cuenta de cómo nos impacta. Y ni le digo cuando llega un cortejo fúnebre, los vecinos ya tenían una costumbre, una cultura de respeto, si alguien había puesto música o usaba una máquina, la apagaba al instante por una cuestión de empatía hacia quienes despiden a un ser querido.  Ahora llega el cortejo con la familia afectada,  y el caos sigue como si nada, colectivos, camiones que van y vienen.  Esto era lo que anticipábamos nosotros. Muchos vecinos se han expresado por las redes y se sienten abandonados, castigados y no sabemos porqué. Y tanto que prometieron obras de infraestructura, de bienestar, de seguridad, de mejorar la calidad de vida del barrio, y ni siquiera la basura la retiran correctamente. El barrio sigue con mal olor, las calles llenas de agua, no se limpian, pero los impuestos se cobran. Esta es la tristeza y desazón que vive el barrio», concluye una vecina que afirma amar a su barrio y que ahora «lo sufre».

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