Más ñoquis pa’  la cacerola

Con gran beneplácito los ciudadanos de Escobar recibimos la noticia de la creación de un nuevo organismo público en nuestro municipio. Sin duda, un hito histórico que nos acerca, cada vez más, a ese glorioso futuro donde la burocracia reina suprema y los trámites se convierten en aventuras épicas dignas de un bardo medieval.

Imagino la escena: Su Majestad Imperial, sentado en su trono dorado, rodeado de sus nobles lacayos, con una sonrisa de suficiencia mientras firma el decreto de creación. «¡Que fluyan las dádivas!», exclama, mientras se acaricia la barbilla y sueña con estatuas y bustos en su honor.

Ha nacido un nuevo coro de «funcionarios públicos» entonando la dulce melodía del «mientras tanto, yo cobro»; más puestos para acomodar a esos nobles caballeros y damas de la política, expertos en el arte de navegar por los laberintos del «currismo» y maestros en la alquimia de convertir la nula experiencia en cargos dorados.

Pero mientras tanto, en las calles del reino, la realidad es bien distinta. Los baches crecen como hongos después de la lluvia, los árboles y postes se desploman cual súbditos rebeldes y los servicios públicos agonizan, mientras las escuelas se caen a pedazos y la delincuencia crece en proporciones geométricas.

Y nosotros, los sufridos contribuyentes, seguimos pagando. Cada vez más impuestos, cada vez menos servicios. Somos como gallinas ponedoras, alimentando a la corte imperial con cada huevo que producimos.

Pero un día, precedida de una epidemia de orquitis, la ira del pueblo estallará. Cansados de ser meros «giles» en este circo romano, los vecinos nos levantaremos y diremos ¡basta! y encomendaremos el pago de nuestros tributos al Sr. Aurelio MONGO, conocido por su fama de justiciero, enemigo acérrimo de la corrupción y protector del patrimonio de la gente.

Tal vez, solo tal vez, ese día llegue la justicia a Escobar y Su Majestad Imperial, con su corte de aduladores, se vea obligada a rendir cuentas ante el verdadero soberano: el pueblo.

Dr. Marcelo L. Soto