Hospital Erill, un estado poco presente

Es insólito cómo hemos internalizado la incompetencia de nuestros gobernantes. Pese a ser uno de los países con mayor presión tributaria del mundo, es uno de los países que ofrece los peores servicios públicos: la salud, la educación, la infraestructura, la seguridad y otros sectores que deberían ser de calidad y excelencia, brillan casi por su ausencia. En su lugar, nuestros gobernantes priorizan sus propios sueldos, sus autos oficiales, sus asesores, el pago de millones de planes, el acomodo de sus militantes, y sin ir más lejos, un proyecto para aumentar de manera sustancial el presupuesto de la Justicia, solo para que los corruptos zafen de sus condenas.

Cuando dije que hemos internalizado la incompetencia de nuestros funcionarios, hago referencia a los habituales  gestos solidarios, de buena fe, de cientos de argentinos que contribuyen al mantenimiento de la salud pública, concretamente del Hopital Provincial Erill. Sabiendo que si ellos no lo hacen, ningún otro lo hará, ¡porque los recursos del Estado tienen otras prioridades!

Nos enteramos que en los últimos meses el Hospital Erill recibió del Sr. Pablo V, gerente de la empresa Volestalpine, 450 mascaras faciales; de la vecina Alicia Di S., barbijos e insumos de limpieza; del Rotary Club Escobar, máscaras de protección; del  corralón «Ruta 25», materiales para la construcción; del establecimiento GAMAR S.A., pies de porta sueros;  de «Nueva Casa», materiales de construcción para la ampliación de Terapia Intensiva; y la lista continúa, es interminable.

Y lo paradójico es que nuestros gobernantes agradecen estos gestos de solidaridad, que no deberían existir -ni siquiera deberíamos imaginarlos-, si los recursos del Estado estuviesen correctamente administrados y al servicio de la gente. En lugar de agradecimientos, ya es tiempo que nuestros funcionarios aclaren en qué gastan nuestras tasas e impuestos, que comiencen a rendir cuentas en forma clara, honesta y transparente.

Nicolás Banegas