Detectando entidades paranormales

Por Eduardo J. Arcuri (ejarcuri@gmail.com)

Cuando nos encontramos por primera vez con Adrián Ledo, la sorpresa fue mutua, porque a pesar de conocer a su madre desde hace años, con Adrián nunca nos habíamos visto ni relacionado; así que esa tarde, empecé a saber algo más sobre él.

Debo aclarar que me sorprendió tener ante mí a un joven de 1,88 de estatura, que no representa sus confesados 46 años de edad. Sentados a la mesa en el parque de la casa sobre la calle Van Gohg en el barrio El Cazador.  Conversábamos sobre su trabajo en la empresa AySA y el asombro surgió cuando empezó a contarme sobre su profesión de investigador de fenómenos paranormales y ufología, ese estudio que trata sobre fenómenos asociados a los OVNIS, lo que no necesariamente se refiere a los platos voladores y marcianos, sino simplemente, como sus siglas lo indican: Objetos Voladores No Identificados, lo que deja abierta la interpretación de todo aquello que puede observarse en el espacio sin que pueda reconocerse de qué se trata.

Obviamente que me interesó saber cómo se lleva a cabo este tipo de investigación y, más allá de confesarme su grado de percepción extrasensorial que se le manifestó desde la pubertad; comenzó a explicarme que también forma parte de un equipo denominado GIP San Pedro, conformado por Luis Nakama, Marina Ferrari, Daniela Giménez, que trabajan bajo la coordinación de Juan Cabrera que son de otras localidades cercanas. No obstante, acuden al llamado del lugar que los requiera, pero… ¿para hacer qué?: para detectar entidades paranormales que pueden estar presentes en algún lugar sin llegar a manifestarse sino a través de funciones energéticas que influyen en el medio ambiente, ya sea dentro de una casa o cualquier otro lugar donde ocurren cosas sin explicaciones tan racionales y precisas.

Sí, comprendí que su profesión adicional es la de trabajar en un equipo que hace algo parecido a lo que muestra la película norteamericana Ghostbusters y que en nuestro país lleva el título de «Los cazafantasmas».

En ese momento me trajo del interior de la casa una variedad de cajas y maletines personales que complementa con los de los otros miembros del equipo. Así me mostró una grabadora de voz de alta definición que sirve para grabar las sicofonías que pudieran existir en el ambiente a tratar, es decir que, con el viejo sistema espiritista, alguno de los miembros hace una pregunta a la entidad invisible y esta grabadora capta si hay algún sonido a modo de respuesta que ellos podrán registrar por medio de auriculares muy sensibles.

Otro de los elementos que me mostró es el «K2» un magnetómetro de alta sensibilidad que reconoce señales electromagnéticas luego de haber desconectado todos los aparatos eléctricos y electrodomésticos de la casa para que no interfieran en las señales y, de ese modo, identificar cualquier entidad energética extraña que pueda generar campos electromagnéticos dentro del ambiente.

Otro de los elementos que sacó de una caja es un detector de plasma que reacciona a la intensidad de la energía que pudiera haber en el entorno. Este equipo se complementa con uno de los demás proyectores laser que se usan en perspectivas cruzadas y a diferentes alturas desde el suelo, para detección de movimientos en espacios protegidos (algo similar a los sistemas de seguridad para detección de movimiento en los bancos o museos) y son visualizados a través de los «DVR» que actúan como cámaras de seguridad.

Otros de los elementos que sacó de distinto maletín, fueron unos sensores de temperatura con los que pueden detectar entidades invisibles, pero que no escaparían al efecto térmico que abunda en todo elemento de la naturaleza.

Otra es una brújula que indica si hay variaciones magnéticas variables, independientemente de marcar el campo magnético terrestre. Adrián me confesó que cuando se detecta algo extraño, la aguja de la brújula «se pone loca» girando descontroladamente.

Además, en otras cajas hay varias cámaras fotográficas con diferentes lentes de objetivos variables y filmadoras digitales de alta resolución

De otro maletín más pequeño me mostró intercomunicadores con los que se advierten entre los miembros del equipo, cuando están en diferentes ambientes de una misma casa.

Cada uno de los miembros del grupo aporta sus elementos llegando a sumar unas 18 cámaras para monitorear cualquier tipo de variante en el espectro ambiental, sin que puedan dejar pasar por alto cualquier manifestación de la entidad a detectar y obligarla de modo sutil a abandonar el lugar.

Otra de las cámaras que extrajo de su estuche, fue una filmadora con sistema infrarrojo, es decir, una cámara termográfica, que capta imágenes en plena oscuridad que puede filmar y fotografiar a través de la detección por variaciones de temperatura y de proximidad de cualquier entidad paranormal que pudiera encontrarse en el espacio a «limpiar» de modo amigable.

Comprendo que muchos lectores podrán estar o no de acuerdo con este tipo de fenómenos paranormales, pero me interesó compartir este grato encuentro con Adrián Ledo y dejar abierta la posibilidad de que, quienes tengan necesidad de consultar sobre estos servicios, puedan hacerlo por medio del correo electrónico: adrianledo@live.com.ar y relacionarse con el Grupo de Investigación San Pedro.

Por haber escuchado muchas historias ocurridas en nuestro ancestral barrio, no descarto la posibilidad de que haya vecinos que necesiten de estos servicios por habitar casas muy antiguas donde presienten que algo no anda bien. Espero que, aunque suene de modo extraordinario, esta nota pueda serles de utilidad en la cotidianidad de los mundos desconocidos.