Cientos de vecinos saludaron la procesión

Gestos de emoción y alegría marcaron ayer la festividad de Corpus Christi al  pasar la procesión que había partido desde el Santuario de Schoenstatt y que recorrió las calles de los barrios San Luis, San Matís, Las Lomas, El Matadero y El Cazador, entre otros. En este último, numerosos vecinos aguardaron la caravana frente a la capilla Santa Teresita.

A pedido de nuestro periódico, Monseñor Dr. Santiago Herrera, capellán del Santuario de Schoenstatt, tuvo la gentileza de escribir un mensaje sobre esta emocionante jornada.

El Fervor a Cristo en medio de la Pandemia

En medio de la oscuridad y desasosiego en que a veces nos pareceríamos hundir, una celebración quebró esa gris monotonía que nos impone el necesario aislamiento social provocado por la Pandemia.

Un sencillo acto sorprendió a los vecinos del Cazador. Los que estuvimos allí nos preguntábamos: ¿Por qué los ojos de todos esos fieles que cumplían con el aislamiento social trasuntaban esa emoción, mezcla de alegría, lágrimas y sereno éxtasis? La respuesta es sencilla: porque desde hace 91 (noventa y un) días lamentan aun entendiendo que tiene que ser así, el no poder comulgar sacramentalmente.

La Iglesia Católica celebró este 14 de junio la Fiesta de Corpus Christi. Esta fiesta milenaria festeja la presencia de Cristo en la Eucaristía, en la comunión. Celebra a Jesús hecho Pan. Hecho Hostia. Cristo antes de morir, celebró la pascua Judía, y al mismo tiempo le dio al antiguo rito instituido por Dios a través de Moisés, una perspectiva universal. El tradicional Cordero Pascual que rememoraba la liberación de los Israelitas del Poder del Faraón y sus ejércitos, era el anticipo de la definitiva liberación de toda la humanidad de sus pecados y de su principal consecuencia: la muerte. Para eso Cristo moriría en la Cruz, el día siguiente a la celebración de la Primera Pascua Cristiana. A partir de ese momento, el cordero pascual del antiguo pueblo de Dios, sería reemplazado por el Cordero que quita el pecado de mundo: Cristo que se entregó a la muerte por amor a nosotros. Y como dijo Él mismo sería la comida: Yo soy el Pan de Vida el que come de este pan vivirá para siempre.

Comulgar es eso, recibir la fuerza de la muerte y resurrección de Cristo. Es recibir a Cristo mismo que nos da esa fuerza. Eso celebramos ayer, por eso como bien notó Víctor, era claramente visible la emoción de todos los que miraban la hostia consagrada mientras pasaba la hostia consagrada en las inmediaciones de la Capilla Santa Teresita del Cazador.

Todos esos fieles conocen la Palabra de Cristo: “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de Dios”. Hace 91 días que no pueden reunirse en la Iglesia a escuchar la palabra de Dios aunque la siguen por medio de los diarios, radio, tv, Whatsapp, Facebook y una infinita cantidad de medios que los ponen en contacto con esa palabra.

Cristo vivo en el Pan recorrió todo Belén de Escobar, y también nuestro barrio del Cazador. En todas partes se pudo percibir el mismo fervor, el mismo amor. Es que Cristo une en un solo corazón a todos los que vivimos aquí, sea en el Cazador, las Lomas, el Matadero, la Chechela, o Villa Alegre, sea en los Barrios nuevos de San Matías, o el Cantón, o Puertos, sea en el Centro de Belén, o en los barrios perisféricos, ricos y pobres. Cristo es el Señor de todos los humildes de corazón.

Durante todo el recorrido de las tres procesiones que se hicieron en todo el radio de Escobar, se oyeron las mismas palabras de alegría y emoción: Palabras como: “me hizo bien”, “Gracias por hacer llegar a Jesús sacramentado”, “es maravilloso ver a los tres sacerdotes juntos”, “Es hermoso ver una Iglesia en salida como pide el Papa”, y así muchos testimonios del Amor a Jesús. O “rece por mi familia”, o por tal enfermo.

Una fiesta para el alma, una alegría para el pueblo, para que nos alentemos unos a otros con una nueva Esperanza, para que nos entreguemos unos a otros con una renovada Caridad.