Calle Libertad: una experiencia espantosa
La calle Libertad que une la Panamericana con la Ruta 25, a la altura del acceso a El Cazador, obra que este mes, de acuerdo a lo informado por la propia Municipalidad, debería estar totalmente finalizada, provocó en los últimos días varios comentarios. Todo se inició con un mensaje de una vecina del barrio El Cazador, que narró los hechos alrededor de lo que pudo haber constituido una tragedia: «Acabo de tener una experiencia espantosa en la calle Libertad. Casi me atropellan, literal. Yo iba hacia la Panamericana con varios camiones en sentido contrario y de repente un auto que quería pasar a un camión, aceleró muy rápido y comenzó a acercárseme peligrosamente de frente. Lo primero que atiné a hacer es a desacelerar, él no tenía paso para volver a su carril, y yo del lado derecho tenía un guardarraíl, por lo tanto tampoco podía tirarme hacia la zanja. Me asusté muchísimo. El automovilista logró retomar su carril a centímetros de mi auto y luego de que yo frenara. Esto no es la primera vez que lo veo, Libertad se está transformando en una pista de carrera que nadie controla, es una ruta doble mano, sin banquina en un largo sector, sobre todo donde está el guardarraíl. Es una verdadera trampa mortal. Tendríamos que intentar juntarnos para hacer algo. Nadie controla nada».
La vivencia de la conductora suscitó varios análisis y propuestas para evitar la reiteración de situaciones similares en una arteria que agiliza la salida a la Panamericana pero de escasa anchura, ausencia de banquinas en algunos tramos y con gran caudal de camiones. Para algunos automovilistas la solución radicaría en la instalación de cámaras para controlar el exceso de velocidad. «Todos compartimos un órgano sensible: el bolsillo», afirma un hombre. Aunque otros consideran que «solo sirven para recaudar».
Mientras tanto, algunos automovilistas siguen apretando el acelerador para alcanzar velocidades que superan los 60 km/h autorizados; sin temor, sin respeto por el prójimo, sin interesarse por lo que sucede a su alrededor y sin percatarse de que, quizás, sea ese su último viaje.
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