Barajar y dar de nuevo
Como otras crisis mundiales, la pandemia puede y debe dejarnos una enseñanza a todos los argentinos. Llegó el momento de bajar los impuestos que soportan los contribuyentes y de recibir al mismo tiempo buenos servicios públicos.
Se dice que siempre después de una crisis, derrota o traspié se obtiene una enseñanza.
La Guerra de Malvinas no solo marcó el fin de la dictadura militar y el inicio de la movilización popular que posibilitó el encauzamiento democrático que comenzó al año siguiente, sino también el modo de rehabilitar a todos los que participaron en ese conflicto bélico y no solo contenerlos y honrarlos dentro de nuestra sociedad, al igual que a sus familiares y las de los caídos. Algo totalmente desconocido para todos los argentinos del siglo XX.
También la pandemia que hoy sufrimos tiene que dejarnos una enseñanza a todos los argentinos y a los que habitan este bendito suelo.
Permítaseme algunas consideraciones para que reflexionemos todos juntos y realizar los cambios profundos que nuestro país requiere:
Siempre anhelamos vivir como en los países escandinavos en cuanto a las prestaciones que se dan desde esos estados, en lo referido a salud, educación, seguridad, y en otros requerimientos, a sabiendas de los altos impuestos que los ciudadanos tributan y los países recaudan.
Nuestro país tiene una ecuación totalmente inversa, alta carga tributaria y una pésima prestación por parte del estado, ya sea nacional, provincial o municipal, lo que obliga a los que pueden, a pagar salud, educación, seguridad, en forma privada.
Ha llegado el momento, y la situación obliga urgentemente, a bajar, por parte de los estados, toda la carga tributaria que soporta el contribuyente, que sistemáticamente, es controlado como animal en un coto cerrado.
Sostengo desde hace mucho tiempo que hay que legislar impuestos y/o tasas para que todos los ciudadanos las paguemos, y no para que, los que pueden, que realizan una ingeniería para evadir o simplemente trabajan en negro.
También creo que la recaudación debería empezar por los municipios, y trasladar un porcentaje hacia las provincias y éstos otra participación hacia la nación. De manera que los controles provengan de forma inversa desde nación hacia las provincias y éstas hacia los municipios, que tendrían un doble control por parte de los vecinos, quienes saben muy bien que hace su intendente con las tasas que recauda.
Si la nación modifica su accionar sancionando una ley impositiva de adhesión existiría un verdadero federalismo en la distribución de los recursos y no como hasta ahora, que el poder central en forma unitaria, distribuye los mismos con favoritismo a algunas provincias, o eludiendo a éstas, directamente a los municipios.
Seguramente en principio se va recaudar menos, pero si todos pagamos sobre lo que realmente facturamos, la reactivación económica que va a producirse al tener menores costos, paulatinamente hará crecer los recursos.
Recursos que de una buena vez deberán ser empleados principalmente para mejorar la salud, la educación, la seguridad, y fundamentalmente la infraestructura de las ciudades.
El resto se repartirá, entre otras prioridades, para la política y la justicia, que también deberán hacer su readecuación para adaptarse a la realidad que vendrá.
En la medida que el estado argentino empiece a brindar paulatinamente las prestaciones básicas para sus ciudadanos como en los países escandinavos, podrá aumentar el porcentaje a tributar para mejorar la calidad de vida de todos los argentinos.
Miguel Antonio Jobe – Exconcejal de Escobar y Diputado Nacional (m.c.)
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