Arte, técnica y creatividad emocional

 Por Eduardo Jorge Arcuri (ejarcuri@gmail.com)

Nuestro espacio de convivencia se nutre de personas que tienen calidades y cualidades dignas de ser compartidas. Este es el caso de Alicia Quintana, artista plástica de sólida formación y trayectoria interesante.  

Alicia Cristina Quintana vive en el barrio El Cazador desde hace unos quince años. Si bien conocía la zona desde tiempo antes, su arribo se debió a una serie de conjunciones que definieron su radicación en esta zona.

Ella provenía de un barrio mucho más urbanizado. La lejanía, la vista agreste y otros aspectos fueron para ella encantos del lugar, que la sedujeron de inmediato a vivir inmersa en este paisaje tan particular. 

Recibida en la Facultad de Ciencias Económicas, se desempeña en una importante empresa de la zona de Garín; sin embargo, el motivo que me llevó a visitar su casa y conversar con ella, estuvo más ligado a exponerla desde el punto de vista como artista plástica de una notable excelencia.

Muchos la recordarán por aquél encantador emprendimiento artístico que tuvo hace unos años, cuando pintó con motivos de hojas, los muros de las garitas de colectivos sobre la Av. Kennedy o los numerosos carteles en los que sobre una base de madera, de aproximadamente 50 x 50 cm, pintados al látex y protegidos por laca poliuretánica, identificó las calles con nombres de pintores, reproduciendo obras representativas de cada uno de ellos. Hizo murales en casas particulares, en espacios públicos y expuso cuadros y dibujos sin mayor interés que el de expresarse a través del arte pictórico de caballete y mural.

El atelier de su casa es amplio y luminoso. Los cuadros, láminas y bocetos, hablan de una formación que nació cuando niña. Se formó en talleres de grandes maestros desde los 9 años y se mantiene en el tiempo de su joven actualidad, con la independencia que madura con la adultez.

Cursó estudios en la Universidad Nacional de Arte “Prilidiano Pueyrredón” y formó parte de la comunidad universitaria en los talleres de la Escuela de Arte “Ernesto de la Cárcova”, en Buenos Aires.

Hábil poseedora de una sólida formación en las técnicas del dibujo, sus obras dejan al descubierto los procesos de armado del boceto, el encajado, la fluidez de las líneas, la valoración de las profundidades en los planos con sus luces y sombras, el manejo de las proporciones y la aplicación del color, son muestras de una calidad que se refleja en sus obras.

Grandes bastidores entelados, algunos con más de 2 x 2 metros y otros de menores proporciones —que fueron construidos por ella—, se aglomeran en su atelier como parte de una familia donde el paisajismo, la figura humana y las naturalezas muertas, ponen de manifiesto la voluntad de una artista que se sobrepone a la imagen de la profesional de ciencias económicas. Es precisamente esta profesión que manipula la aparente racionalidad de los números, la que le permite como cómplice solidaria, no dejar de ser la destacada artista plástica que es.

Su formación

No siempre fue su profesión administrativa la que solventó las necesidades de la vida cotidiana. El arte mural le permitió subvencionar buena parte de sus insumos artísticos, sin que ellos resulten de mera especulación mercantil. Bien han sido como lo define la manida frase de: “hacerlo por amor al arte”.

Su formación clásica académica, se pone de manifiesto en las representaciones paisajistas o formas humanas, típicas del estilo identificado con el período renacentista, sobre todo el de Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel para otros), como también con la abstracción, donde la geometría plana la aproxima al cubismo picassiano y sus continuadores. Estilos que puso de manifiesto en el mural que engalana la Sociedad Obras de Santa Teresita o en su momento, se expusieron en las salas de la emblemática casa de té que fue “Renacimiento” sobre la Av. Kennedy.

Entre sus obras, hay una serie que ella denominó “Cuerpos Escaladores”. Esta obra resulta ser la sumatoria de diez cuadros, donde cada uno reproduce distintos movimientos de escalada —deporte del que Alicia fue practicante—. El cuadro final, de grandes dimensiones, contiene los personajes que escalan en poses reproducidas individualmente desde distintos ángulos; lo hacen sobre una supuesta montaña conformada por otras figuras humanas y cada uno de los representados en los cuadros individuales, se repiten en escala proporcional dentro del gran cuadro. 

El dominio del color en paletas complementarias, opuestas, primarias y secundarias, conforma el producto final de esta obra, donde se combinan el renacentismo y el barroco con predominio de los azules, que no solo pueden interpretarse como una obra concienzuda de una artista profesional, sino también, el encanto de la figuración.

La entrevista fue amable, entretenida y didáctica. Tuve el placer de encontrarme con una vecina que posee un caudal artístico fundamentado en la creatividad con método. Esta experiencia me llevó a consultarla sobre la posibilidad de que ella pueda dar clases de dibujo y pintura a otros vecinos interesados en la misma forma de expresión.

Quienes deseen comunicarse con Alicia, pueden hacerlo por medio del correo electrónico alicia_quintana@hotmail.com o con el mismo, buscarla en Facebook. También, bastaría con un llamado por Whatsapp al +54 9 11 6184 7402 para ponerse en contacto.

Lo bello del encuentro fue haber conocido a una persona que tiene sobradas muestras de calidad interpretativa en técnicas de dibujo y pintura, capacidad para lograr de modo entretenido, la toma de conciencia sobre un objeto para interpretarlo y plasmarlo por medio del análisis del método.