24 de marzo: los olvidados y la memoria incompleta

El 24 de marzo de 1976 marca un capítulo aciago en la historia argentina: el golpe de Estado cívico-militar, también conocido como «el golpe del ’76» o «Proceso de Reorganización Nacional».

Este evento truncó la democracia y dio paso a una de las dictaduras más crueles del continente, dejando una profunda herida en la sociedad que aún hoy pervive.

La década del ’70 estuvo plagada de violencia, tanto por parte del Estado como de grupos guerrilleros. El terrorismo de Estado nacido bajo el gobierno constitucional de María Estela Martinez de Perón y la guerrilla subversiva nacida entre fines de los ’60 y principios de los ’70 generaron un clima de inseguridad constante, donde la vida se tambaleaba a diario.

Miles de argentinos fueron privados de sus vidas y de sus derechos. Entre ellos, niños como María Guillermina Cabrera Rojo (3 años); Gladys Medina (3 años); María Cristina Viola (3 años); Juan Eduardo Barrios (3 años); Paula Lambruschini (15 años); David Kraiselburd (20 meses), quienes resultaron víctimas inocentes de una irracionalidad que aún hoy nos interpela.

La esperanza de muchos argentinos de que el nuevo gobierno de facto restaurase el orden se vio truncada por una realidad que superó las expectativas más pesimistas. Lejos de pacificar al país, la dictadura militar desató una ola de violencia y terror que dejó miles de víctimas y una profunda herida en la sociedad. Lo que vino, lamentablemente, fue peor que lo que se había ido.

Sin embargo, la memoria parece ser incompleta. Cada 24 de marzo se recuerda a las víctimas del terrorismo de Estado, pero se olvidan de aquellos que, sin militancia ni pertenencia a algún o de los bandos en lucha, también cayeron producto de la violencia de la época.

¿Por qué solo se honra a un grupo y no a todos? ¿Por qué se ignora el dolor de las familias que perdieron a sus seres queridos en enfrentamientos entre guerrillas o por acciones del Estado?

La justicia real implicaría recordar a TODOS los caídos, SIN DISTINCIÓN IDEOLÓGICA. Honrar a las víctimas del terrorismo de Estado es necesario, pero no basta. Es hora de construir una memoria completa que abarque a todos los que sufrieron la violencia de aquellos años oscuros.

Solo así podremos empezar a sanar las heridas de la Argentina y construir un futuro donde la memoria sea verdaderamente un espacio de reflexión y no un campo de batalla ideológica.

Dr. Marcelo L. Soto