Perros que ladran y vecinos que no duermen

En las últimas ediciones de la versión impresa del Periódico El Cazador, vecinos de la Avenida Kennedy, entre Tiziano y Tintoretto, en el barrio El Cazador,  enviaron notas y cartas expresando su desagrado por los «ruidos molestos provenientes de los ladridos, aullidos y llantos de los canes» y «las emanaciones provenientes de los detritos caninos» de  una quinta ubicada en la cuadra mencionada. Al parecer, en ese lugar se estarían desarrollando actividades de adiestramiento canino, que motivaron además la intervención del titular de la UGC 3, Marcos Tiburzi, quien «desde el primer momento» tomó acciones informando del asunto a diferentes reparticiones de la Municipalidad, entre ellas la Subsecretaría de Inspección, Medio Ambiente y Zoonosis.

En defensa de su posición, Natalia Squartini escribió una nota titulada «¿Perros peligrosos?» en la que resalta que «el adiestramiento no es una actividad nociva ni mucho menos ilegal». Su escrito fue respondido a su vez por el Dr. Marcelo Soto, abogado y vecino del lugar, quien señala que Squartini omitió «hacer mención a la cuestión de fondo que motiva la queja de quienes moran en su derredor».

A continuación se reproducen ambas cartas:

¿Perros peligrosos?

Ante constantes notas publicadas en este medio, las cuales estimo desde mi humilde punto de vista, desinforman y atemorizan a los lectores, es que a través de la presente me propongo dar a conocer con certeza y claridad respecto del cuidado de perros y los peligros que pueden o no representar para la sociedad.

En primer lugar, considero importante aclarar que los motivos que me movilizan a redactar estas líneas están en el profundo sentimiento de amor que siento hacia quienes considero parte de mi familia y de quienes tanto mis pequeños hijos de 2 y 3 años respectivamente, aprenden día a día. Así como también la autoridad que en esta materia poseo, como entendida en psicología canina y adiestramiento de perros para la búsqueda y rescate de personas.

Para ser más clara, como mencioné anteriormente, los animales y en especial los perros son mi gran pasión. Ellos forman parte de mí, máxime porque son parte de mi biografía. Desde pequeña me han enseñado mucho más de lo que alguna vez pude haber imaginado. De hecho, en términos de cariño, fidelidad, compañerismo y entrega incondicional de amor son un ejemplo. Cualidades éstas que acompañadas de la responsabilidad que su cuidado requiere, le transmito día a día a mis hijos y que considero importante que aquellos que dejan a sus perros librados a su suerte por las calles de nuestro querido Barrio tomen en cuenta. Son innumerables las oportunidades en las que junto con mi familia los hemos hidratado y socorrido.

También, como especialista, estimo oportuno subrayar que las actitudes de ellos hacia nosotros, los seres humanos, racionales y pensantes, están determinadas por el trato que reciben de parte nuestra. Con esto quiero decir que, más allá de que la raza del animal se encuentre o no en las enumeradas enunciativamente (es decir, que las menciona la norma a modo de ejemplo) en la Ley Provincial o incluso en la Ordenanza Municipal, puede resultar PELIGROSO si no se lo trata de manera adecuada y responsable. Por ejemplo, cuando no se lo alimenta, o se lo deja librado a su suerte en el espacio público, se puede afirmar que dicho “dueño” incurre en una de las conductas típicas que configuran el “MALTRATO ANIMAL” conforme lo prescribe la Ley Nro 14.346 en su artículo 2º inciso 1º. Y, es probable que pueda atacar a quienes no lo conozcan y hasta sus propios dueños. Destaco que todo esto en términos de probabilidad ya que no es justo ni certero juzgar lo que efectivamente vayan o no a realizar los perros como consecuencia del destrato recibido por sus dueños. Por ejemplo, como rescatista viaje hasta Bahía Blanca con el único objeto de salvar a 50 perros que se encontraban bajo el “cuidado” de una institución gubernamental la cual los tenía en condiciones deplorables y de abandono total. Dichos perros fueron rescatados y personalmente los trasladé, a mi domicilio y hogares de tránsito hasta encontrarles un lugar definitivo y jamás atacaron a nadie. Por lo cual, el hecho de que hayan tenido la desgracia de caer en manos irresponsable no es condición suficiente para dar certeza de que será un animal peligroso. Además, si se busca una mascota para el hogar, sin juzgar a quienes prefieren que sea de raza, recomiendo que se informen sobre sus cualidades y potenciales peligros que pueda llegar a representar. En mi caso, elijo la raza de ovejero alemán porque es un perro noble, que puede interactuar con niños y es apto para la búsqueda y rescate de personas, más allá de que están incluidos entre los POTENCIALMENTE peligrosos. También, he tenido un American Stanford, que fue siempre muy cuidadoso y cariñoso con mis pequeños hijos. Como mencionaba anteriormente y siendo reiterativa en este punto, todo depende de cómo se lo trate y enseñe. Siempre esto debe realizarse con sumo cuidado y conciencia de lo que se hace.

Por otra parte, es de vital importancia que se sepa que el adiestramiento no es una actividad nociva ni mucho menos ilegal. Sobre todo, cuando pueden salvarse muchas vidas. Lo incorrecto es practicar esta actividad utilizando métodos violentos y nocivos para los perros.

Tampoco debería decirse que se tiene un ánimo comercial en todo esto, porque como adiestradora han sido más las oportunidades en las que he trabajado colaborando y capacitando a las Fuerzas de Seguridad simplemente a cambio de ver un correcto y adecuado trato hacia ellos y por los resultados que mis “alumnos caninos” han conseguido al colaborar en la búsqueda y rescate de personas en medio de catástrofes naturales.

Finalmente, sugiero que antes de hacer publicaciones falaces, basadas solo en presunciones carentes de fundamento y pruebas reales, se asesoren ya sea con Zoonosis (https://www.escobar.gob.ar/portaldemascotas) o incluso conmigo, ya que su actuar nocivo puede acarrear consecuencias irreparables e injustas para quienes con tanto esfuerzo, dedicación y pasión por los animales no solo decidimos enseñarles conductas tales que ayuden a salvar vidas humanas sino que decidimos hacerlos parte de nuestra familia para evitar que caigan en manos equivocadas.

Natalia Squartini

Perros que ladran y vecinos que no duermen

Lamentablemente en la nota rubricada por la Sra. Natalia Squartini bajo el título “¿Perros peligrosos?”, la misma se agravia por una opinión vertida en este mismo medio acerca de la potencial peligrosidad de los canes que entrena sacándola de contexto con una extensa perorata en la que enaltece su relación con dichos animales y cuestiona una eventualidad que, como tal, podría o no suceder, OMITIENDO HACER MENCIÓN A LA CUESTIÓN DE FONDO QUE MOTIVA LA QUEJA DE QUIENES MORAN EN SU DERREDOR, a saber, LOS TRASTORNOS QUE CON SU ACTIVIDAD PROVOCA EN LA VIDA DE SUS VECINOS violando -quizás por un desconocimiento no justificable- normativas de orden nacional, provincial y municipal que los cazadorenses siempre nos hemos preocupado por cumplir y hacer cumplir en pos de mantener la armonía con la naturaleza y el sosiego que buscamos y encontramos en estos lares.

Veamos.

Liminarmente creo que la autora de la nota ha errado el sitio elegido para su emprendimiento (criadero, guardería y entrenamiento de perros) por cuanto más allá de que tales actividades se encuentran expresamente vedadas por el art. 11 de la Ordenanza Nº 2645/98 (y sus ampliatorias y modificatorias), por tratarse “El Cazador” de un barrio residencial que tiene establecido como uso dominante el de vivienda unifamiliar (con una zona comercial taxativamente delimitada), resulta evidente que el ladrido de los canes a cualquier hora del día y de la noche altera la tranquilidad de los vecinos violando la letra de la Ordenanza 3567/03 que prohíbe en todo el partido de Escobar producir, estimular, causar o provocar ruidos molestos, cualquiera sea su origen, cuando por razones de hora, lugar y su nivel exceda en un cierto margen el ruido de fondo preexistente, perturbando o pudiendo perturbar la tranquilidad o reposo de la población o causar perjuicios o molestias de cualquier naturaleza. Ello sin perjuicio de lo preceptuado por el art.1973 del Código Civil y Comercial de la Nación.

Y esta cuestión, sobre la que no formula consideración alguna en su nota, es un tema medular ya que no solo nos afecta en el uso y goce de nuestras propiedades al impedirnos vivir, como ya se ha dicho, en un ambiente de sosiego en contacto con la naturaleza sino que, además, afecta a nuestra salud habida cuenta del stress que provoca el convivir con continuos y penetrantes ladridos y aullidos que impiden conciliar el sueño por la noche o que -de haberlo logrado- lo interrumpen abruptamente obligando a recurrir a tranquilizantes, inductores de sueño o hipnóticos (y no precisamente automedicados) con los efectos secundarios que su consumo trae aparejados.

A modo ilustrativo vale señalar que entre los dieciséis vecinos  que firmaron una denuncia presentada al Intendente (interino) Carlos Alberto Ramil, en la que refieren sufrir las molestias antes mencionadas, se encuentra una joven que por los ladridos y aullidos que se producen en horas de la noche y de la madrugada no puede cumplir con el tratamiento médico y psicológico que tiene prescripto por trastornos en el sueño; un funcionario del Poder Judicial de la Nación que por dar la ventana de su dormitorio a los caniles no puede conciliar el sueño ni concentrarse en la actividad que desde el comienzo de la cuarentena desarrolla desde su casa bajo la modalidad de teletrabajo dispuesto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y una vecina que, sometida a una cirugía en el mes de diciembre por la que debió guardar reposo absoluto por veinticinco días tuvo que ser medicada con tranquilizantes debido al stress que le produjeron los ladridos durante el día y la noche.

Sería bueno pues que la Sra. Squartini, demostrara una mayor empatía reflexionando sobre las perturbaciones que ha traído a sus vecinos colindantes y que así como se autotitula “entendedora de la psicología canina”, se esfuerce por entender la psicología humana para poder así comprender los trastornos que provocan los ladridos constantes de sus canes evitando así verse involucrada en acciones judiciales tendientes a restablecer la paz y tranquilidad afectadas y a hacer cesar los graves perjuicios para la salud de quienes la rodean.

Dr. Marcelo Soto