Demora en la acción: el intendente firma ahora un convenio para enfrentar las tragedias viales en Escobar
El intendente Sujarchuk firmó un convenio con el rector de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF) para implementar un «Plan de Movilidad Segura y Sustentable» que tiene como objetivo «cuantificar, controlar y evaluar el tránsito en todo el distrito», así como «mejorar la circulación vehicular, fortalecer la seguridad vial, reducir los accidentes urbanos y fomentar la convivencia ciudadana». Entre las acciones previstas se incluye la instalación de «41 puntos de control en cruces semafóricos, además de dos cinemómetros fijos y dos móviles para monitorear el exceso de velocidad». El acuerdo también contempla «un relevamiento del estado actual de la seguridad vial en Escobar, identificando puntos críticos y recopilando datos que permitan un diagnóstico preciso». Además, el distrito será provisto de «equipos y tecnología de última generación para el control de infracciones», como cámaras y cinemómetros homologados por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), con el objetivo de garantizar el cumplimiento de las normativas vigentes.
Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos si esta es otra promesa más en el vasto repertorio de discursos grandilocuentes, convenios firmados y compromisos asumidos para mejorar la realidad, mientras todo permanece igual, o incluso empeora.
El acuerdo parece intentar abordar un problema que en Escobar ya ha cobrado demasiadas vidas. El mal estado de las calles, la imprudencia de muchos automovilistas y la ausencia total de campañas efectivas de educación vial forman una combinación fatal.
Hace apenas unos días, desde estas mismas páginas señalábamos la urgencia de reemplazar en la vía pública la cartelería política que sigue obsoleta desde las elecciones pasadas, así como los anuncios de obras que ya se han convertido en contaminación visual, por letreros y señales que promuevan la educación vial y la conciencia ciudadana.
¿Es tan complicado instalar carteles que recuerden a los conductores la importancia de respetar las sendas peatonales, que de paso deberían ser repintadas, o ceder el paso en las esquinas? ¿Es realmente necesario recurrir a una universidad para desarrollar un sistema de seguridad vial? ¿Cuándo veremos los resultados concretos de este convenio académico? Mientras tanto, seguiremos siendo testigos de tragedias cotidianas.
La problemática del tránsito y la seguridad vial no es nueva en Argentina, y Escobar no es la excepción. Lo que sí parece ser una constante es la falta de voluntad para implementar medidas efectivas. Esa inacción sigue siendo una deuda pendiente, y se sigue cobrando vidas.
Si Sujarchuk considera que la solución pasa por un convenio con una universidad, bienvenido sea. Pero, ¿por qué se esperó tantos años para intentar resolver —o al menos mitigar— un flagelo tan urgente?
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