Secuelas de la agresión con machete en la escuela
Cuando el pasado martes 29 de agosto, la madre de una niña se comunicó con Periódico El Cazador para relatar lo que estaba sucediendo en ese momento en las instalaciones de la Escuela N° 2220 del Lago, ubicada en el predio del CUBE en Belén de Escobar, imaginábamos el pánico que estarían experimentando los niños, adolescentes y docentes que vivieron aquella pesadilla. Y qué habrá pasado por la cabeza de aquel alumno de 14 años que había ingresado ese día al colegio con un machete (ver fotografía) con el cual amenazó e hirió a una maestra y a una compañera. Era una de esas tragedias que tantas veces conmovían al verlas en la televisión en países lejanos al nuestro. Esta vez, Escobar vivió esa misma desgracia.
Han pasado varios días, y muchos pensarán que todo habrá vuelto a la normalidad en esa escuela. Sin embargo, esta idea está lejos de la realidad.
Mónica, madre de la niña herida, en comunicación con Periódico El Cazador, reflexiona y aclara que no desea hacer partidismo político de esta situación. Solo desea expresarse como ciudadana y madre de una alumna escobarense. «Nicole está procesando todo, es una adolescente, todo esto le ha causado un gran daño», relata la joven madre. Hoy en día, ella sufre desde el temor de perder el año hasta que esta experiencia se convierta en un tema de conversación regular para ella. También persiste el miedo de caminar sola en la vía pública por temor a ser lastimada. Incluso, las sirenas de las ambulancias la sumergen en recuerdos desagradables. «Temo por no tener a la Nicole hermosa, amable y sonriente que solía ser», agrega Mónica con tristeza. Secuelas que también sufren varios otros testigos de aquel trágico día. «Las mamás cuentan que ellos tampoco son los mismos».
Cuando se le pregunta sobre el desarrollo de los acontecimientos el día de la agresión, Mónica relata con detalle: «Al ingresar a la escuela, el atacante habría entrado al baño donde se colocó botas y un chaleco con capucha. Luego, ingresó al salón con su machete y atacó a la profesora que recibió dos cortes, uno cerca del ojo y otro en la nuca. «Fue rápido, mamá, le contó Nicole, tan rápido que cuando se dio cuenta, ya le había dado un machetazo en la mano. Cayó al suelo y vio al agresor parado con el machete en la mano. Todos corrieron y salieron del salón, y ella se quedó ahí, tendida en el suelo. Vio a un compañero sosteniendo al agresor. Lucharon. Su compañero la instó a huir. Ella corrió, y el agresor la persiguió. Había muchos adolescentes corriendo en ese momento, tratando de alejarse. Nicole se dio vuelta, el agresor la empujó, ella tropezó y cayó al suelo. Él se arrojó encima de ella, y ella le pegó. El agresor quería volver a atacarla con el machete, pero otros alumnos lo detuvieron y lograron apartarlo. La adolescente quedó en shock, logró ponerse de pie, y una compañera la instó a correr. Así logró escapar a través de un agujero en el alambrado perimetral. Los jóvenes seguían corriendo despavoridos. Fue horrible».
Ese día el agresor llevaba una mochila que nunca llevaba, usualmente «solo portaba una lapicera en el bolsillo». La pregunta que muchos se hacen es cómo nadie lo advirtió.
El agresor continúa internado en el sector de salud mental en el Hospital Erill, en compañía de su madre, situación que provoca indignación entre varios padres. Al respecto, Mónica añade: «Me dijo el secretario del fiscal de menores a cargo del caso que su celular estaba incautado para recopilar pruebas». Lo que le resulta difícil de comprender es que «… yo que tuve internada a mi hija a principios de año durante 8 días en ese hospital, puedo decir que Salud Mental comparte pasillos con otras dependencias internas». Además, asegura que no se lo vigila «como dicen», lo que llevó a Mónica a redactar un reclamo en el libro de quejas. Y reflexiona: «Nunca imaginé que pondrían a un chico en este estado en nuestro hospital».
A pesar de haber sido recibida por numerosas autoridades, entre ellas el Director del Hospital Erill, el Secretario de Gobierno, la Presidenta del Consejo Escolar, la Inspectora Distrital, la Subsecretaria de Educación y la Directora de la Niñez, Mónica transmite un reclamo que probablemente comparten todos los padres: «Lo que necesitamos es que nos escuchen en serio, sin excusas, que resuelvan el problema de la seguridad. Por favor, necesitamos respuestas de Inspección y de los directivos de la escuela para poder dejar a nuestros hijos seguros». En ese contexto, confía en que les proporcionarán soluciones «y modificarán todo lo que debe ser modificado». También pide que no los engañen con promesas irrealizables y apela al intendente: «No queremos que nos confundan con ningún sector político, solo aspiramos a que cuiden a nuestros hijos dentro de la escuela».
Para Mónica, este episodio la ha afectado profundamente: «Hoy estoy emocionalmente destrozada, ¡escuchar a mis hijos contar semejantes hechos! A la vez, haré todo lo posible para que las autoridades hagan algo y para que esto no quede en la nada, que no se convierta en promesas y palabras que se las lleva el viento. Estoy triste, indignada. No recibo ningún beneficio, mis hijos no asisten a comedores, siempre actué desde mi posición de ciudadana lo mejor que pude. Trabajo para ganar mi sueldo y pido, por favor, que cada uno asuma la responsabilidad que le corresponde. Necesitamos más inspecciones y lo que sea necesario».
En qué momento se convirtió la escuela de ser un lugar de acogimiento de todos los niños y niñas a ser un lugar de peligro?
Ésto interpela a todos nosotros como ciudadanos. Seguimos mirando para otro lado , total…… a mi no me tocó.
Me solidarizo con ésta mamá, siendo imposible de ponerme en el lugar de su angustia y el de todas las familias de esa escuela después del episodio narrado.
Es imperioso empezar YA a generar los cambios necesarios para que ningún chico esté en la situación de agresor ni de agredido, sino que concurra a estudiar para construir su futuro como persona de bien.
No permitamos que esta descomposición social acabe con TODOS.
Hace 20 años conocí el Barrio cerrado Cube donde tengo vivienda. Si bien la seguridad era mucho mayor que ahora cuando lo recorría advertía que desde la calle, fácilmente, podía acceder cualquiera. Hasta además de la guardia se colocó un cerco perímetral automatizado. Estuve en reuniones de seguridad con la comisaría de El Cazador pero nunca dejaron de haber robos. Inclusive pregunté si valia la pena denunciar y me respondieron que sí, por la estadística…Con el tiempo los atracos aumentaron. Finalmente el episodio de la Escuela deja al desnudo la mala política de seguridad, económica y educacional que padecemos.