Ruidos molestos, ¿hasta cuándo?

¿Cuántas veces uno se dispone a disfrutar y relajarse un viernes por la noche, sábado o domingo, tras una semana intensa de trabajo y estrés, y sorpresivamente se encuentra con ruidos y música ensordecedora provenientes de la casa de un vecino que está celebrando (quién sabe qué) durante horas y horas, quitándole así a los demás vecinos su derecho al descanso? La situación se agrava cuando el vecino alquila su propiedad en forma regular y con fines comerciales, permitiendo que terceros disfruten y hagan todo el alboroto que deseen mientras el dueño, a kilómetros de distancia, obtiene un ingreso económico a veces sustancioso.

El pasado fin de semana, los vecinos de El Cazador volvieron a padecer los ruidos provenientes de una quinta ubicada en la calle Lincoln, que se publicita «en redes sociales para alquiler», dice Mónica. «Ya van dos fines de semana, por no decir más, en los que no se puede dormir. Pregunto: ¿esto no es ilegal en este barrio? ¿Qué pasa con los ruidos molestos que nos impiden dormir hasta las 6 de la mañana?», añade. Por su parte, Leonardo Pérez, otro vecino del barrio, envió a este medio una nota titulada «La clásica persistencia de molestar a los vecinos», en la que ofrece precisiones sobre lo acontecido el último viernes 8 de diciembre, día en el que «los residentes cercanos a la Quinta “La Mirada”, ubicada en Lincoln 650, sufrieron nuevamente una noche de ruidos y escándalos, un padecimiento que vienen soportando desde hace años. Esta propiedad ha sido alquilada para eventos durante décadas, y a pesar de múltiples intervenciones municipales y reclamos, la problemática persiste. En esta ocasión, la situación estuvo al borde de un desenlace trágico que no sucedió por pura casualidad. Un invitado del evento salió de la propiedad de manera violenta, confrontando a los inspectores municipales que acudieron al llamado de los vecinos y de forma aún más violenta, insultó y se abalanzó contra el Arq. Luis Ricci, un vecino histórico del barrio que vive en cercanías al lugar. Otra vecina que vive en esa misma cuadra, fue afectada no solo por los ruidos descontrolados, sino que también vio destruida su entrada y vereda, cuando un micro que trasladaba gente para la fiesta, subió a la misma y quedó atascado de tal forma, que tuvo que ser retirado por un auxilio mecánico». Pérez agrega que «además de lidiar con los disturbios en «La Mirada», Luis debe tolerar en otra quinta alquilada para eventos  colindante con su hogar y a pocos metros de la subcomisaría, «fiestas continuas y eventos multitudinarios que incluso en repetidas oportunidades llegaron a conformar un fáctico parque de diversiones con toro mecánico, camas elásticas, música a alto volumen y un locutor que a viva voz promocionaba el alquiler en Mercado Libre. Luis es sometido a una tortura constante desde hace tres años, de septiembre a marzo inclusive». El vecino añade que es una situación «que él y varios vecinos han denunciado repetidamente por los canales oficiales. Se han presentado listados detallados con la cantidad de reclamos y sus números, así como pruebas con las publicaciones de estos alquileres, se han realizado reuniones, e incluso se ha llevado este problema al foro de seguridad de la Primera de Escobar para generar visibilidad y prevenir que un caso de molestias por ruido y actividad no autorizada, desemboque en una tragedia, donde un vecino, agotado y abrumado, busque hacer justicia por mano propia». Sostiene que «esta situación no es excepcional; situaciones similares ocurren en otras quintas del barrio» que cuentan con «extensos registros de celebraciones y alquileres para eventos clandestinos o no autorizados». Asimismo pondera la intervención del Municipio y «la rápida presencia de Agentes de Prevención Municipal, Inspecciones y fuerzas Policiales, en respuesta a las llamadas de los vecinos», pese a lo cual «la problemática persiste. Este constante escenario conlleva a una pérdida de recursos para el Municipio y desaliento para los vecinos afectados, quienes mayoritariamente recurren al Municipio en busca de auxilio. Lamentablemente, la resolución efectiva y definitiva de estos problemas es una excepción, ya que se requiere abordar a fondo la situación». Desde su perspectiva, «este duradero problema se debe a que las multas no se ejecutan en las etapas posteriores donde deberían aplicarse las sanciones. Pareciera que las multas no se imponen, los infractores no las abonan o, en su defecto, las sanciones son tan poco frecuentes que resultan menos onerosas que los beneficios obtenidos». Por eso, considera «la importancia de regular adecuadamente el valor de las multas en proporción a la gravedad de la infracción» y propone además «que estas se acumulen en función de la cantidad de actas y reclamos presentados. Esto garantizaría que las sanciones sean proporcionales a las infracciones cometidas y contribuiría a disuadir conductas indebidas». Por otra parte aprecia que «el Estado Municipal posee las herramientas legales necesarias para abordar y poner fin a estos problemas. Se trata de respaldar a los vecinos que experimentan una constante degradación en su calidad de vida provocada por infractores sin escrúpulos. La implementación de medidas más efectivas y una aplicación más rigurosa de las sanciones, resultan fundamentales para restaurar la tranquilidad y el bienestar de la comunidad. Es esencial considerar también, la implementación de una ordenanza contra los alquileres temporales de menos de tres días, acompañada de acciones legales contundentes y un seguimiento riguroso. Esto ayudaría a poner fin a los problemas derivados de alquileres para eventos, alquileres para «días de pileta» y las molestias por ruidos molestos asociadas». La situación no solo afecta la calidad de vida de los vecinos, «sino que obliga a personas como el Sr. Luis a mudarse, al igual que a una destacada artista plástica que ha puesto su casa en venta debido a estos inconvenientes no atendidos adecuadamente en profundidad. No es justo que los buenos vecinos abandonen el barrio que aman, mientras los infractores continúan impunes». Por último considera que «es necesaria una decisión política coordinada para respaldar fuertemente a los vecinos afectados y poner fin a la constante degradación de su calidad de vida. La implementación de medidas concretas y un seguimiento efectivo pueden marcar la diferencia y preservar la armonía en nuestro querido barrio».