Programa municipal Mi Primer Viaje al Mar: Sujarchuk también viajó junto a su pareja a Villa Gesell

El intendente Sujarchuk y su novia, la modelo Macarena Lemos,  se sumaron al viaje realizado por 300 niños y adolescentes -la primera información suministrada por la Municipalidad habló de un total de 280-, que integraron la sexta edición del programa municipal Mi Primer Viaje al Mar, una iniciativa que «impulsa la igualdad de oportunidades, la inclusión social y la recreación».
La información oficial relata que el jefe comunal «disfrutó con las y los protagonistas de la playa y el mar, los deportes, comidas en el campamento, espectáculos de circo y un fogón donde charlaron e intercambiaron experiencias».
En un video que subió a su cuenta de Facebook, aparece Sujarchuk comiendo un suculento asado junto a su pareja. Se desconoce en qué medio viajaron, dónde se hospedaron y quién financió los viajes.
“Gobernar también se trata de esto, de construir infancias felices, acompañando y apoyando el desarrollo y el crecimiento de nuestros jóvenes para crear, entre todos, una sociedad mejor”, afirmó el jefe comunal.
En la sexta edición de Mi Primer Viaje al Mar participaron niños  y adolescentes de las distintas Colonias de Verano, el equipo de hockey del polideportivo de Maquinista Savio, la Escuela de Liderazgo, Deporte Social e integrados del área de discapacidad del Municipio. Cada grupo estuvo acompañado por profesores, personal de sanidad, guardavidas y coordinadores.

Opiniones

Las opiniones sobre este programa municipal  recibidos por este medio fueron muy dispares. Mientras Vicky opina que  fue una «excelente propuesta para que esos jóvenes puedan disfrutar como cualquier otro vecino unos días en el mar!», Miguel responde ser «uno de los «cualquier otro vecino», de profesión ingeniero y no pude disfrutar unos días en el mar «.

Alejandra: «Que se la banquen, que trabajen cuando terminen el cole y cuando puedan, que se paguen el viaje como todos los que laburamos!!! En mi caso, desde los 17 años!!! Un robo los impuestos a cambio de nada!!!»

Enrique: Una vergüenza llenarse la boca de hacer el bien con el sudor de los demás, no es necesario, ¿y la recolección de podas? ¿Y las luminarias sin funcionar?

Marcelo: Que fácil hacer beneficencia con el sacrificio de otro, claro los impuestos los puso más allá de las nubes, ¿quién paga todo esto?: la gilada, nosotros. No señor intendente y concejales: siguen haciendo la más fácil, aumentar los impuestos. Yo no pude tener mi viaje de egresados porque no se podía y me la banqué. Cuando laburé me lo pude hacer el viaje y nadie me regaló nada. Así estamos ….

Gustavo: Todos pagamos el viaje sin consentimiento y con impuestos extorsivos y extremadamente altos.

Marcelo: Tengo 69 años, pisando los 70. Trabajé toda mi vida en blanco aportando a la categoría más alta de autónomos. A los 65 me jubilé y, en lugar de poder disfrutar dignamente de los últimos años de mi existencia, veo como día a día mi calidad de vida se deteriora cada vez más. Entonces me pregunto y le pregunto si le parece justo que no pueda comprar los medicamentos que me prescriben para mi hipertensión, diabetes y epoc porque lo que los «viejos» como yo aportamos durante nuestra vida laboral para tener una vejez digna se dilapida entre parásitos que no saben lo que es la cultura del trabajo. Yo también quiero -y con el derecho que me da el haber estudiado, producido y puesto el hombro al país apostando a su crecimiento- gozar de unos días en la costa, en la sierra o la montaña. Pero ¿sabe una cosa? No puedo hacerlo porque mi dinero lo usan para premiar a quienes en su vida han trabajado haciendo un culto de la vagancia y holgazanería. ¿Qué enseñanza les dejan a todos esos chicos que, al amparo de la tan bastardeada “inclusión y solidaridad”, su majestad imperial proclama su “derecho a ser felices y a pasarla bien” mientras que con el ejercicio de esos derechos condenan a sus propios abuelos a una vida de padecimientos e infelicidad? Ningún chico se ha muerto, por no conocer el mar, pero muchos “viejos” sí han muerto pòr no poder acceder a una adecuada atención médica y/o a comprar medicación y/o a tener una adecuada alimentación y/o a tener un techo que los proteja del frio en invierno y del calor en verano. Y estas nimiedades, no son patrimonio exclusivo de quien habla sino del de muchos “viejos” que, tras una vida de trabajo y sacrificio, deben ver con resignación como van cayendo las hojas de sus calendarios esperando en silencio la visita de la Parca que ponga fin a sus padecimientos.