La fiesta inolvidable

Por Bruno Presenti

La falta de rigor en la información que transmiten nuestros políticos es absolutamente despreciable. De una manera u otra, buscan todo el tiempo confundir y tapar el sol con las manos. Esta no es una metodología actual inventada por estos cínicos que viven a costa del ciudadano de bien. Es una corriente de dudosa epistemología utilizada en los países que tienen  menor grado de libertad y preparación académica de bases marxistas-colectivistas. Estamos hablando de  países pobres  cuyos gobernantes no están dispuestos a hacer cambios significativos para torcer el destino miserable que tendrán sus ciudadanos.

La retórica épica, incoherente y desmesurada está llena de puntos débiles. Porque es solo eso, retórica. Un conjunto de palabras infantilmente contradictorias, que son usadas para esperanzar, conmover, seducir a cualquier precio a los futuros votantes esperanzados; en alcanzar un pasar estable económico y emocional.

Estos tipos de artilugios pueden ser desbaratados de manera rápida, gracias a la evolución del pensamiento.

Una corriente epistemológica fundada e impulsada por el filósofo austriaco Karl Popper (1902-1994), nos da una herramienta llamada falsacionismo o racionalismo crítico. Esta rama de la filosofía es muy utilizada en la ciencia, pero en esta oportunidad, vamos a aplicar esta práctica al discurso que fue cuidadosamente diseñado y recitado por nuestro presidente; para privarnos nuevamente de la libertad que nos da nuestra Constitución Nacional. Aquel discurso, que propinaba una palada más a la tumba económica que están preparando para nuestra querida Argentina, buscaba azorarnos.

Para Popper, contrastar una teoría significa intentar refutarla mediante un contraejemplo. Si no es posible refutarla, dicha teoría queda “corroborada”, pudiendo ser aceptada provisionalmente, pero no verificada; es decir, ninguna teoría es absolutamente verdadera, sino a lo sumo “no refutada”.

Vamos a analizar algunos extractos del último comunicado del presidente por cadena nacional.

  • “Uno de cada cinco argentinos, NO está de acuerdo con la cuarentena”.

Señor presidente, debo contra argumentar que demográficamente somos 45 millones de ciudadanos en el país, esto quiere decir que 9 millones de personas no están de acuerdo con la cuarentena. Casualmente las personas que trabajan en el sector formal privado de la economía rondan en un número similar a los “anti cuarentena”, como ellos nos llaman. El enorme porcentaje de personas que están de acuerdo con la cuarentena, podríamos decir que no tienen la necesidad de salir a trabajar. Como ellos hacen estadísticas de la nada y sin ningún rigor, yo puedo hacer lo mismo.

  • “Necesitamos ganar tiempo”.

La ciudadanía les dio tres meses de tiempo, creo que ya tuvieron suficiente. El tiempo que ellos nos pidieron, era para poner de pie al sistema de salud pública. ¿No lo hicieron?, bueno, ahora es nuestro tiempo para trabajar y no morir de hambre.

  • “La caída económica mundial será la más grande desde 1870”.

Señor Presidente, según lo leído por este humilde ciudadano en la página oficial del Banco Mundial, la caída de la economía mundial en promedio será de 5.2%. De acuerdo con la edición de junio de 2020 del informe “Perspectivas económicas mundiales”, sería la peor RECESION desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita. La Argentina según este organismo, caerá económicamente el doble que el promedio.

  • “La cuarentena es un remedio para la pandemia”.

Usted sabe mejor que nosotros que no hay vacunas ni remedios conocidos para acabar con la propagación del virus. Lo único que todos los epidemiólogos pueden consensuar, es que el único remedio, es el distanciamiento social y la higiene personal.

  • “No saben cuánto valoro la libertad, la libertad se pierde cuando uno muere”.

Francamente, no lo sabemos. Lo que sí sabemos, es que la libertad se disfruta en vida. Lo que pase después, no lo sabe usted ni nadie de este mundo.

Las trampas discursivas de nuestros políticos están preparadas para justificar en un futuro inmediato, las consecuencias de sus erráticas decisiones. Estas trampas solo buscan dejarlos bien parados para la próxima campaña electoral. Seguir con la fiesta que los vuelve ricos es la primer misión desde que entran al poder, la fiesta inolvidable la llamo yo. Porque es inolvidable para todos. Inolvidable para ellos porque sus patrimonios aumentan en formas incalculables cuando dejan el poder, e inolvidable para el ciudadano común, que se vuelve más pobre por cada gobierno que pasa.

Los burócratas de la Argentina se han dado cuenta de que el pueblo es de fácil control. La fiesta de la que antes hable, tiene un plato principal. Solo necesitan un ardid  bien elaborado, con una pizca de sentimentalismo, un toque de falsas estadísticas, mezclado con abundante culpabilidad hacia un antecesor (cualquiera sea su color político), dejar reposar por al menos tres generaciones y servir para los comensales sucesores. Todos ellos comerán en abundancia, pero los platos rotos durante esa fiesta serán pagados por todos los que no han sido invitados a ella.