La ética de las emergencias

Ayn Rand escribió su obra “la virtud del egoísmo” en el año 1961. El libro trata sobre el egoísmo racional como base de la ética objetivista. El concepto fue creado por ella, y propugna como conducta virtuosa el que cada individuo tenga como fin de su vida la satisfacción de sus proyectos racionales, sin violentar los derechos racionales de los demás ni aceptar que se violenten los propios.

¿Pero en qué consiste el egoísmo racional? La escritora ruso-americana, nos dice que la búsqueda del propio interés, es siempre de carácter racional. La contraposición de este concepto es el altruismo irracional, que pregona el auto sacrificio de nuestro bienestar sin una razón lógica.

En esta editorial, no solo citaremos a Ayn Rand, sino que también veremos los conceptos básicos de ambas lógicas antes citadas y aplicadas a los tiempos que corren.

El altruismo irracional, se propago como un virus en nuestro país. Desde el poder, se ha convencido a los ciudadanos que el auto sacrificio remarca la aceptación moral de sus congéneres. La premisa impuesta dice que es mejor sacrificarse por quien no conocemos, que por nuestros proyectos personales y/o por las personas que si tienen importancia en nuestras vidas. La exaltación de estas ideas, que apelaron al sentimentalismo antes que a la racionalidad, solo creó miseria y dependencia en la Argentina.

Si tenemos la mirada introspectiva hacia nuestro país, apreciaremos que la población tiene la idea irracional de que el altruismo sin límites de los políticos (altruismo con el dinero ajeno), tiene una superioridad moral indiscutible.

Desde la clase alta, la clase media y los más desprotegidos de la sociedad, se pagan tributos de forma explícita e implícita para contribuir a un mal llamado “distribución de la riqueza”. Las exorbitantes cargas impositivas, es nada más y nada menos que el efecto de ese altruismo que venimos explicando. Nos obligan a dar (impuestos) lo que nosotros podríamos disfrutar con nuestra familia o bien crear un emprendimiento para intercambiar servicios con la gente que más lo necesita, dándoles la posibilidad de dignificarse por medio del trabajo y creando a la vez una oportunidad de hacer un giro en sus vidas de 180 grados. Estos trucos populistas de dudosa moralidad, son los que están destruyendo la cultura del trabajo en nuestro país.

¿Pero a quiénes les conviene que seamos altruistas por obligación y cada día más pobres a la vez? La respuesta es simple. A las personas que dicen representarnos,  los políticos. Personas que no tienen ideales propios y sus convicciones están ligadas a su propia economía.

En nuestro país, el siguiente dicho es el fiel reflejo de nuestros representantes… “dicen que la política es la segunda profesión más antigua, pero me estoy dando cuenta de que cada vez se parece más a la primera”.

El querido partido de Escobar es un caso emblemático en la generación de dependencias. Es un modelo del altruismo irracional por obligación. El “soñemos juntos”, “donde existe una necesidad, nace un derecho”, cuesta dinero. Dinero que podría quedarse con quien lo produce, dándole la posibilidad de poder invertir buscando el alcance de sus proyectos personales y a la vez generar trabajo genuino para que otras personas nos ayuden a la realización de nuestras metas.

Los ciudadanos de Escobar estamos siendo altruistas sin saber porque, para quienes y sin tener posibilidad de elección alguna en cuanto al accionar que tienen nuestros representantes con los recursos que nosotros generamos. Nos están confiscando lo que producimos y nos imposibilitan la generación de nuestras ideas que deben ser productivas y sustentables. Dilapidan nuestro dinero para hacer fiestas romanas plagadas de proyecciones del exceso del gasto de la política.

Para ponerlo en una perspectiva palpable hacia el lector, haremos una simple cuenta:

El 29 de noviembre del 2019, nuestros “representantes” votaron más rápido que el correcaminos el presupuesto para el año 2020. La sesión duro 142 segundos, el presupuesto acordado fue de 6850 millones de pesos. Si tenemos en cuenta que en el año 2009 solo pagaba sus impuestos el 30%  (suponemos que hoy el porcentaje es menor) de los escobarenses (69.000 personas aproximadamente pagaban sus impuestos locales). La cuenta nos da que el contribuyente, por decisión de un grupo de personas, pagaría en promedio 99.275 pesos este año en impuestos y tasas municipales de forma directa e indirecta.

El eslogan “soñemos juntos”, solo dejara un sabor amargo a la hora de hacer las matemáticas de nuestra economía casera. El falso axioma “donde existe una necesidad, nace un derecho”, queda desbaratado cuando racionalmente sabemos que las necesidades son infinitas, por lo tanto los derechos deberán serlos también. Pero partiendo desde la lógica objetivista estamos seguros que los recursos tienen su fin y no se pueden sostener en el tiempo si uno no los alimenta de alguna manera.

El altruismo en el partido de Escobar está penalizando la inversión, la creación de empleo y el bienestar general de la ciudadanía. ¿Todo porque? Porque el “soñar juntos” solo es para algunos, para el resto no es más que  una pesadilla.

Bruno Presenti