Gestionar Residuos vs Gestionar Recursos II (dentro del hogar)

Gestión de residuos y costos

La recolección de residuos hogareños es uno de los mayores costos de cada municipio, porque requiere llegar a cada casa, todos los días, con equipamientos sofisticados (camión de residuos) y personal, y luego transportar estos residuos, a veces a decenas de kilómetros, hasta su disposición final y volver para seguir recolectando. Maquinaria, personal, flete y un lugar donde depositarlo que cobra caro por recibirlo, porque, al igual que nosotros, nadie quiere basura. Pero… ¿Qué hay en esa bolsa? ¿Y de verdad nadie lo quiere? De nuestra bolsa de basura, un 90% es material fácilmente aprovechable y lleno de valor. La mitad es materia orgánica, vida y nutrientes para el suelo que nos alimenta y, aproximadamente un 40% de ese material, es tecnología de algún tipo: vidrio, plásticos, papel, cartón y otros materiales con valor de mercado. La parte orgánica se resuelve compostando y la parte tecnológica se resuelve reciclando.

Destino final

 

Es cierto que todo junto es basura, basura problemática, muy difícil de valorar y fácil de despreciar, y que es necesario sacar de nuestras calles lo antes posible. Pero… ¿adónde llevarlo? En nuestra región se lleva a CEAMSE, uno de los “basurales” más grandes del mundo, donde 16 millones de personas mandamos aquello que no queremos, todo mezclado, a diario y se entierra en montañas que serán en el futuro la arqueología de una época insensata. Una vez que todo ese material orgánico y tecnológico se mezcla en nuestros tachos, la verdad es que es muy difícil y caro de separar y ya nadie lo va a hacer. El quid de la cuestión es no mezclarlo. La verdadera misión no está en separar los residuos, ya que no vienen juntos, nuestro deber está en no juntarlos. Tener 3 modos de disposición en origen: orgánicos, reciclables y un mínimo de cosas que seguiremos considerando basura.

Cómo lograrlo

La clave está en la compostera. Aquellos residuos que requieren ser retirados todos los días son los que se pudren. El resto, los reciclables, no se pudren y pueden esperar. Ocupan más o menos lugar según cuán ordenados seamos, pero una vez que les destinamos un lugar, pueden esperar ahí sin generar ningún inconveniente hasta que los llevemos a un punto verde o los vengan a buscar. Los orgánicos pueden pudrirse o transformarse en tierra. La diferencia está en si los metemos en una bolsa o en la compostera. Una compostera no es más que un lugar designado para dejar que la materia orgánica siga su proceso natural. Es una imitación de lo que ocurre en el suelo cuando cae un fruto, una hoja o una rama. En una bolsa, los orgánicos se pudren por la falta de oxígeno; en una compostera, respiran y la biología se encarga de ellos, dejando a disposición el nutriente que las plantas necesitan y así el ciclo de la cadena alimenticia vuelve a empezar.

Compostaje cuando se tiene un jardín

Cuando se cuenta con un jardín, compostar es sumamente fácil, y más necesario que en un departamento, ya que a los restos de cocina se suman los generados en el jardín: pasto, hojas y poda. Estos residuos son un complemento ideal en el compostaje para los de cocina, y además, el producto final es justamente lo que nuestras plantas y árboles necesitan para crecer sanos y fuertes. Y, para colmo de beneficios, estaríamos sacando del basural y las necesidades logísticas no solo los restos de cocina y los reciclables, sino también los restos de poda y jardinería, que son muy voluminosos. Y, como si todo esto fuera poco, estaríamos volviendo a ser parte activa del ciclo de la naturaleza y apreciándolo, en el fondo de casa, como partícipes directos de su milagroso mecanismo circular.

Qué hace falta para tener una compostera de este tipo

Muy poca cosa. Dependiendo de nuestra generación de residuos orgánicos (la casa y el jardín), puede requerir desde un par de tachos hasta 3 o 4 metros cúbicos. La infraestructura necesaria es muy básica y barata; el principal actor es la microbiología del suelo. Lo que hace falta es estar bien aconsejados, tomar la decisión y, idealmente, tener un acompañamiento al principio para resolver dudas y asegurarnos de que todo marche bien. Luego, paciencia, y veremos cómo, con los meses, todos nuestros residuos orgánicos que antes marchaban en camión al basural o esperaban en la vereda a ser recogidos y terminar en algún descampado de la región, se transforman en tierra negra, que luego podemos repartir por nuestros jardines para ver florecer nuestras plantas con vigor renovado.

Lo más importante es cambiar de mentalidad, tomar la decisión de devolver al suelo lo que es del suelo, separar los orgánicos y hacerse de una buena compostera de jardín. Y luego disfrutar de lo que la vida nos da, ser parte activa de su ciclo y de su generosidad. Después de todo, humano viene de humus (tierra en latín); somos gente de la tierra y nos debemos a ella. Todo lo que necesitamos sale de ella y todo lo que no necesitamos puede volver a ella.

Simón Ingouville, Maestro Compostero de Cambia Tu Chip (Tel 1156012229)