Ganó la dignidad

Por María Gabriela Hernández*

El domingo pasado, los Argentinos fuimos artífices y testigos de la grandeza y dignidad del pueblo que conformamos.

Ganó Milei, Javier Milei, un personaje histriónico, un show-man, cuyo equipo supo leer con claridad a nuestra sociedad y proponerle un mensaje que da respuestas a la desazón, al enojo y a la impotencia que nos embarga a todos. Un mensaje disruptivo.
Somos una sociedad mansa. Muchas veces no se puede creer, mirándonos desde afuera, cómo toleramos tanta humillación sin revelarnos.
Somos la sociedad que mientras estábamos encerrados por la pandemia y Solange murió sin la caricia de su padre, fue abofeteada con la fiestita de Olivos. Mientras se morían aislados nuestros seres queridos, ellos, “la casta”, se vacunaban privilegiadamente.
Somos la sociedad que, aunque vimos rebolear bolsos con millones por el paredón de un Convento, contarla por kilo en la Rosadita y los yates con amiguitas pagas, seguimos deslomándonos para pagar impuestos y soportando retenciones.
Somos la sociedad que vimos a la pareja titular del Anses, varearse por el Caribe mientras los jubilados no pueden comer un churrasco por semana en el país de la carne, bueno, el ex, porque cada vez tenemos menos vacas.
Somos la sociedad que creció con las riquezas del campo, y hoy lo ataca.
Somos la sociedad que ve cómo algunos sectores y colectivos se cuelgan pañuelos verdes para eventos y discursos mediáticos, pero los Lucios, las Cecilias, las Morenas, las mujeres ultrajadas en Tucumán, sólo les despiertan, en el mejor de los casos, tibios repudios.
Somos la sociedad en la que su vicepresidenta cobra varias jubilaciones y pensiones (equivalentes a más de 110 jubilaciones mínimas), sin que se le mueva una pestaña y haciendo la mímica de que gobierna para los que menos tienen.
Somos la sociedad de los cientos de kilómetros de rutas pagadas y casi ninguna hecha.
Somos la sociedad de los Moyanos, los Maturano, los Sasia, los Medina, los Caló, los Baradel, los Piumato, los Barrionuevo, los Daer, los Camaño y toda esa sarta de sindicalistas que viven de parte de nuestros salarios, eternamente, abroquelados a su cargo, pretendiendo que representan a los trabajadores.
Somos la sociedad que ve cómo nuestros políticos veneran al Líbano, Palestina (gobernada por Hamás), China, Irán, Cuba y Venezuela, denostando los valores que fundaron nuestra Nación.
Somos la sociedad a la que llenaron de relatos y discursos vanos, llenos de mentiras; la sociedad en la que generaron una disputa de clasessin precedentes y se dejó separar en la famosa “grieta”. (Divide y reinarás ….).

Somos la sociedad frente a la que ellos, “la casta”, enarbolan la bandera de la educación pública, educación que hoy, si no fuera por el sacrificio de muchos docentes, no podría siquiera calificarse de “educación” y en muchos casos sería sólo adoctrinamiento. Eso, cuando hay clases, cuando los Baradeles de la vida lo permiten.
Somos la sociedad a la que corren con el verso de la salud pública. ¿Qué salud pública?
Afortunadamente, el sistema de salud cuenta con nuestros excepcionales médicos y enfermeras, siempre mal pagos; todos los demás recursos indispensables, faltan o son muy escasos.
Somos la sociedad que ve cada día cómo se pisotean las instituciones de la República, el sistema de pesos y contrapeso de Poderes, único baluarte que garantiza la libertad de los argentinos.
Somos la sociedad a la que han tratado como a ignorantes, mintiéndonos, mintiéndonos y volviéndonos a mentir, amedrentándonos, ninguneándonos, con discursos vacíos para convencernos de que está bueno ser cada día mas pobre y miserable mientras ellos, “la casta”, se enriquece ilimitadamente a nuestras expensas.
Somos la sociedad cuyos gobernantes adolecen de los siete pecados capitales; soberbia (expresada en cada palabra que dicen, en el desprecio por el ciudadano, cuando se sienten por encima de la ley), envidia (entre ellos mismos, por el poder que cada uno logra acaparar), avaricia (el dinero K, el poder ilimitado, la permanencia eterna ….), ira (que les sale por los poros cuando el Poder Judicial o el Congreso no se somete a sus deseos), lujuria (yates, viajes de placer, rolex, trajes, autos de altísima gama, mansiones, avión presidencial utilizado como un Uber …), gula (se llenan la panza a expensas de nuestro trabajo) y pereza (pereza de ponerse al hombro el país y sacarlo del pozo en que está).
Somos una sociedad que, en parte, es esclava de planes sociales porque no tienen otro modo de subsistir; ninguna otra cosa les propone este Estado kirchnerista ni quiere proponerles. Les quita hasta la dignidad, los somete, los inhibe de pensar.
Somos una sociedad a la que, durante la campaña electoral, el oficialismo de Massa le desviaba la conversación hablando de los desaparecidos, del Papa, de la venta de órganos, de la gesta de Malvinas, de la cuestión de género…. Los ciudadanos, quienes tenemos en claro nuestra posición frente a esos temas, queríamos escuchar propuestas y planes de gobiernos para solucionar nuestro hoy, que nos saquen del pozo, que nos permitan trabajar y ganarnos nuestro dinero, que nos permitan invertir, importar, exportar, educarnos, sanarnos, tener momentos de ocio, vivir de nuestra jubilación. Pero claro, el oficialismo no puede hablar seriamente de esos temas, ni siquiera saben cuáles son los problemas de los ciudadanos de a pie, vivieron siempre del Estado, nunca salieron a la calle a buscar trabajo.
Somo la sociedad en la que, en estos últimos días, vimos dirigentes políticos, de todas las extracciones, huir como ratas por tirante, a cobijarse en los brazos de Massa creyendo que ganaría la elección y les conservaría sus privilegios. Asco y vergüenza dan.
Esta sociedad mansa, antes impertérrita ante el destrato y maltrato de sus gobernantes, dijo BASTA.
No compramos la “campaña del miedo”, porque creemos en las instituciones.
No compramos el “plan platita”, porque sabemos que lo pagamos nosotros mismos, nunca ellos.
No compramos el “lawfare” porque sabemos que son ladrones y corruptos que ahora, sin fueros, deben enfrentar a la Justicia.

No compramos el verso del “Estado presente”, porque miramos a nuestro alrededor y sólo vemos pobreza, falta de trabajo, imposibilidad de progreso, falta de recursos pero ¿y el Estado dónde está? Ah, claro, el “Estado” sólo está presente en nuestros bolsillos, sacándonos cada vez más y más.
NO LES CREEMOS MÁS. BASTA.
Hoy depositamos nuestras esperanzas en Javier Milei, no como un profeta o salvador -sabemos que no lo es y está muy lejos de serlo- sino como quien abre el camino a un CAMBIO. Un cambio drástico y radical.
Somo conscientes de que será duro, muy duro, pero le vamos a poner el pecho y el hombro y si hace falta, los dos hombros.
Vamos a tenerle Milei el aliento en la nuca y a exigirle el cumplimiento de sus propuestas, poniendo límite a aquéllas que contravengan los principios y garantías que sostiene nuestra Constitución, nuestro contrato social y dándole la chance a las que proponen un país mejor, con libertad.
Un 44% de los argentinos, votó por su metro cuadrado, por mantener sus privilegios o en la idea de conseguir alguno.
Pero el 56%, la mayoría, optó por Milei, por el cambio. Lo contrario, nos llevaba directo a perder nuestro país, nuestra libertad y nuestra dignidad.
Esta sociedad mansa, habló dónde debe hablar, EN LAS URNAS.
Les pegó con lo que más les duele, EL VOTO.
Esta sociedad buscó en Google y encontró el “prontuario” de los que el oficialismo proponía para dirigir nuestros destinos y de quienes se les arrimaron.
Esta sociedad contestó por si o por no: NO MÁS MENTIRAS, NO MÁS CORRUPCIÓN. NO MAS RELATO. SI AL TRABAJO, SI AL PROGRESO, SI A LA LIBERTAD.
Nosotros, los Argentinos, inventamos la palabra “boludo”, pero no somos boludos, al menos no del todo.
Ahora, todos a poner el hombro.
Ayer sólo dimos el primer gran paso.
Dios bendiga a la Argentina y nos dé la fuerza necesaria a los argentinos.

* Concejal de Juntos Escobar.