Cartas de lectores

¡Hablemos de reciclar! ¿Por qué no igualamos los beneficios en todos los barrios? Pedimos a los vecinos  colaborar en separar los residuos, pero no aplicamos una buena conducta ni enseñanza, que es lo fundamental.  A diferencia de otros,  la UGC 25 cuenta con un punto verde. Un solo bolsón contenedor para todo tipo de material reciclable y a la «intemperie». Pero se indica NO llevar papel ni cartón mojado… Es obvio que a tal contradicción terminemos encontrando hasta bolsas de basura general dentro del mismo. Una mañana vi cómo en el PV del campito de la estación (ver fotografía) literalmente en 15 minutos 10 personas se acercaron y algunas hasta revolearon su bolsa de basura en la pila.

Tomo todos los días el colectivo con mis chicos de 6 y 8 años en la Av. Kennedy (El Cazador). El chofer siempre es muy amable, muy atento, muy compasivo con todos, te espera, te deja bajar.  Días atrás, al subir, lo conducía otra persona. Cuando voy a bajar en el colegio de los chicos, cerca de El Cazador,  me abre la puerta. Yo siempre  dejo bajar primero a los chicos; estaba bajando la menor que, por su edad tarda unos segundos en hacerlo, y no sé si estaba apurado o no miró el espejo, el chofer repentinamente cerró la puerta, y logré sacar a la nena a tiempo, sino la aplastaba con la puerta. Enseguida le le pedí que tuviera cuidado y que volviera a abrir la puerta. Algo asustada y nerviosa le dije algo así como «se ve que estás un poquito estresado», no sé si estuve bien o mal pero la verdad es que estaba muy violento el chofer. Se sentía ese aire de violencia por un incidente anterior. Cuando quiero regresar a mi casa ese mismo colectivero no se detuvo en la parada. Me paré prácticamente en medio de la calle para que me pare y evitar tener que esperar otra media hora. Pero no me quedó otra opción que esperar. Al rato, al querer ir a buscar a los chicos, vuelve el colectivo con  el mismo chofer: subí y al querer bajar, toco la chicharra pero no se detuvo; lo miro y justo lo agarra el semáforo, aproveché para pedirle varias veces que me dejara bajar, que me permita ir a buscar a mis chicos. Finalmente tuvo la «amabilidad» de abrírmela.