Sujarchuk: la lectura que desató su enojo

El intendente Sujarchuk comenzó la jornada de la peor manera. No imaginaba la sorpresa que lo esperaba al revisar los diarios en su escritorio.

Su esfuerzo por proyectar una imagen de político íntegro, honesto y eficiente quedó en jaque con un artículo publicado en La Nación, cuyo contenido lo muestra en un contraste evidente con ese ideal que intenta transmitir.

Apenas leyó el titular y el copete de la nota, el jefe comunal lanzó una andanada de improperios. Y no era para menos:

«Escobar: autobombo, juego e inseguridad. Resulta indignante el despilfarro de dineros públicos en actividades alejadas de las demandas sociales y que solo persiguen la promoción política del intendente».

La nota periodística comienza abordando la próxima apertura del primer bingo en el distrito. 

Dice al respecto La Nación: “Un cáncer en el corazón de Maschwitz”, definieron quienes resisten la nueva modalidad de “bingos con rueditas” que se trasladan de un enclave a otro sin inconvenientes ante la dificultad para conseguir la aprobación de nuevas licencias. El juego y la ludopatía se expanden a alta velocidad gracias al favor de la política que saca su tajada. 

Otro eje de la nota es la campaña política del intendente, cuestionando el uso de recursos públicos.

Su construcción política se cimenta en publicidad y propaganda más que en una trayectoria de idoneidad y transparencia, puesto que Sujarchuk se vio beneficiado por una sonora y costosísima campaña publicitaria al amparo del kirchnerismo que le permitió llegar al poder. Será seguramente por eso que el jefe comunal aprovechó la temporada estival para elevar su perfil empapelando con cartelería la Costa Atlántica, convencido probablemente de que sus votantes se pueden dar el lujo de vacacionar o aspirando, tal vez, como tantos otros, a proyectar su figura por fuera del pago chico. Tampoco faltan carteles sobre la avenida General Paz, destacando precisamente las inversiones en materia de seguridad, una cuestión que desvela a las autoridades bonaerenses cuando una provincia incendiada se ha vuelto tierra de nadie.

La inseguridad también ocupa un lugar central. 

Mientras tanto, los vecinos de Escobar, lejos del mar, piden con desesperación más seguridad para sus barrios y organizan manifestaciones de reclamo. Asaltos, hechos de violencia a plena luz del día se suceden ante la ausencia del patrullaje policial. El último día de 2024, una señora de 90 años fue asesinada y al detenerse a sus agresores descubrieron que le habían robado carne congelada y una garrafa. El hecho colmó la paciencia de los vecinos de las 25 manzanas del barrio Las Glorias y San Miguel, zona de casaquintas y terrenos grandes. Las modalidades escruche o entradera están a la orden del día; roban rápido y se van, muchos entran armados y son por demás violentos. Los vecinos denuncian zona liberada. El 22 de enero pasado, un delincuente asaltó y amenazó a una pareja de jubilados para luego fugarse apuntando incluso a los policías. Finalmente, fue identificado y detenido. El crecimiento de la inseguridad y la falta de respuesta de las autoridades motorizó aquel mes una marcha pacífica en Ingeniero Maschwitz. Familias enteras desfilaron portando pancartas y vieron sumarse a algunos comerciantes, víctimas también de frecuentes robos en sus establecimientos. En la sede policial, los marchantes fueron recibidos por el jefe de la comisaría a quien entregaron un petitorio exigiendo urgentes medidas. Una vez más, recibieron las promesas de intensificación del patrullaje en la zona, acciones claramente supeditadas tanto a decisiones políticas como a cuestiones presupuestarias. Por su parte, las autoridades municipales y de la Secretaría de Seguridad que los habían recibido anteriormente optaron en esa ocasión por no dar la cara.

El aspecto ambiental no queda fuera del análisis. 

La inseguridad ha llegado también a los barrios cerrados de Puertos, un moderno desarrollo. En uno de ellos vive el propio intendente, motor de acuerdos con importantes emprendimientos inmobiliarios que invadieron los humedales del distrito y responsable de ventas de tierras fiscales a precio vil. Pretende allí quedar a salvo de lo que ocurre en el municipio que gobierna, castigado por la emergencia social. Solo una pequeña parte de la población de Escobar tiene acceso a cloacas y red de agua potable, con enormes carencias en salud.

Finalmente, se pone el foco en la transparencia -o la falta de ella-.

El jefe comunal, cuya discrecionalidad en el manejo de los fondos públicos es bien conocida, informó que el presupuesto general para 2025 es de 216 mil millones de pesos y que están licitando la compra de equipamiento para la flamante fuerza policial local. Para el corriente año se prevé un incremento del presupuesto municipal en seguridad del 2,71%, así como también “un ajuste en gastos no esenciales como publicidad institucional…”, entre otros. Si en enero vimos ya el destino de las erogaciones en materia publicitaria con foco en la costa, nos preguntamos cuánto habrá de cierto en las promesas cuando mejor sería haber redireccionado el total de ese superfluo gasto a combatir la inseguridad y no a un injustificado autobombo.