Somos muy pocos los que decimos algo

Adrián Lobato es un arquitecto de 58 años que posee un estudio de arquitectura propio y una Pyme dedicada a la construcción, «una empresa constructora chica» como le gusta definirla a él.  Desde septiembre del año pasado vive en el barrio San Matías, «pero mi domicilio y mi corazoncito está en Ing. Maschwitz» afirma con orgullo. «Por eso siempre digo que vivo entre las dos localidades».
Desde el 2001 es miembro de la Asociación de Arquitectos de Escobar y durante dos períodos ejerció el cargo de Secretario General de esa agrupación.
Sin embargo y «ante las frustración que resulta de trabajar en la sociedad civil en el medio local» decidió buscar otro camino que consideró esperanzador para la materialización de ideas y proyectos. Así, tras ser convocado por Juan Butori, incursionó en  la política y hoy es vicepresidente de la Coalición Cívica ARI en Escobar.
Adrián se siente, piensa y reflexiona como un auténtico político opositor. Y muchas de sus denuncias las redacta en un estilo que le fascina: la fábula. ¡Leamos una de ellas!

Una serie de ciencia ficción

Hace unos pocos días, al despertarme, tuve la sensación de estar viviendo en un mundo extraño, como esas series de TV de ciencia ficción mezclada con algo de terror, donde todo lo que te rodea parece igual, tu casa, tu mujer y tus hijos, tu auto y tu perro, hasta el barrio donde te dejan mover para hacer las compras parece el mismo, aunque sentís que hay algo raro y sospechás que has sido abducido por extraterrestres, que han recreado un mundo parecido al tuyo, pero vos y unos pocos con quienes cruzás miradas y adivinás muecas detrás del barbijo, se dan cuenta que hay algo raro y que ya todo no es como que debería ser.

Tu duda empieza porque unos días atrás te habías enterado por la TV que en China se había desatado una epidemia, pero también le escuchás decir por la misma TV al Ministro de Salud de la Nación, que te decía que no, que no era nada, que no iba a llegar acá, que era una simple gripe, que es de contagio muy leve y que deberíamos preocuparnos más por el Dengue que por el Coronavirus, así le llamaban, … ¿ Y qué haces entonces? Te quedás tranquilo, total te habían dicho que estábamos en manos de un gobierno de científicos.

Pero unos pocos días después, exactamente el 20 de marzo, te dice tu Presidente (por TV también) que no, que ahora es una pandemia, que ahora se llama COVID-19, que debés encerrarte en tu casa, que no podes salir más, que no podés acercarte a tu familia ni a tu vecino y que tenés que hacer un saludo extraño con el codo. Y ahí te acordás de “Los Invasores”, una antigua serie de TV en blanco y negro, que veías cuando eras niño, cuyo protagonista era arquitecto como yo, donde los marcianos se saludaban con el meñique rígido, algo similar al saludo con los codos, pero terminás riéndote de vos mismo y pensás que estás delirando.

Pero con los días te vas dando cuenta de los cambios, de las cosas extrañas que están sucediendo y sentís que algo no te cierra, que algo te tiene intranquilo y te vas dando cuenta que es verdad, que despertaste en otro lugar llamado simplemente Argentina, cuando para bien o para mal vos vivías en un país llamado la República Argentina; y ahí ves que en el primer capítulo de la primer temporada de la serie de TV, suceden cosas que te lo confirman …

  • Que el Congreso Nacional fue cerrado de facto y que nadie tiene la suficiente fuerza para cambiar sin quedar pegado como un traidor. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.
  • Que el Poder Judicial tampoco funciona, y apenas lo hacen las instancias menores y de suma urgencia. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.
  • Que la Justicia sí funciona a toda marcha, apurado por el Secretario de DDHH, para liberar a delincuentes y a corruptos juzgados en la antigua República Argentina (esa es una de las partes de terror), pero el Presidente no dice nada. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.
  • Que liberaron a 2.300 presos en un día,  que hay 1.400 pedidos más y que la Comisión Provincial por la Memoria presenta 150 pedidos por día, entonces se amotinan las cárceles, hay muertos y heridos y esa parte de la serie de TV sí que te da miedo de verdad. Y desde el oficialismo no dicen nada. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.
  • Que los expedientes de la administración pública que ya se hacían en forma digital, vuelven a hacerse en legajos de papel, inclusive las compras, con el enorme retroceso y los riesgos de corrupción. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.
  • Que hacen compras para alimentar a los ciudadanos empobrecidos a precios superiores a los máximos fijados por el Ejecutivo, que manda a los Municipios a controlar, y si bien la gente esa vez se quejó, vos sabes que el gobierno prontamente reacomodará a los funcionarios desplazados. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.
  • Que se emite moneda a un ritmo frenético, sin control del Congreso y sin priorizar el destino y uso de esa emisión, que resulta necesaria desde siempre para los sectores más marginados, y ahora para mantener abiertas las empresas y las pymes, y asistir a la clase media, que frente al Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, no tienen ingresos. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.
  • Que el Presidente solo prioriza reuniones con su equipo de científicos médicos y que solo hablan de salud pero nadie habla de la salud y economía, y que vamos a un nuevo default. Y somos solo muy pocos los que decimos algo.

La serie tiene ritmo, a no dudarlo, el argumento se va complejizando capítulo a capítulo y no sé si es una serie de TV de ciencia ficción mezclada con terror o una pesadilla; pero como en todas las películas de marcianos siempre ganan los buenos,  sueño que entre la resistencia surgirán nuevos líderes y sé que esa resistencia cada día crecerá más y más, porque es una resistencia de ciudadanos comunes que hemos logrado salir de la matrix y que nos preguntamos cómo terminar con esta serie, porque ya la vimos y porque lo que vimos hasta el momento no nos gustó.