Sábado de caos: la fiesta que desveló a El Cazador

Es sábado por la noche, y el tranquilo barrio de El Cazador se transforma en un escenario de caos. Colectivos cargados de jóvenes comienzan a llegar a una quinta sobre la calle Harris. Pronto, una música ensordecedora irrumpe en el silencio habitual de medio vecindario. En cuestión de minutos, los vecinos pasan de la indignación a la alarma. Lo que sigue son horas interminables de estruendo, que se extienden hasta las 6:30 de la mañana del domingo.

Ante las denuncias de los vecinos, llega la policía. Sin embargo, los efectivos poco pueden hacer más allá de solicitar amablemente que bajen el volumen. Un móvil municipal con inspectores también se hace presente, pero ni el acta labrada ni los esfuerzos del personal logran silenciar la fiesta. Como resultado, el derecho al descanso de cientos de vecinos es pisoteado, y la confianza en las autoridades municipales queda en entredicho.

Al día siguiente, los vecinos encontraron varias fajas de papel adheridas al portón de ingreso a la propiedad con la inscripción: CLAUSURADO. Sin embargo, estas fajas, que suelen despegarse a las pocas horas de ser colocadas, no siempre representan el fin efectivo de la actividad sancionada.

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“El volumen superó todo lo conocido en el barrio, en casa temimos que los vidrios se rompieran, y eso que estamos a unos 100 metros”, relató Diego, un vecino afectado. «Y lo más inquietante fue escuchar al animador anunciar, a viva voz, una nueva fiesta para el próximo día 24».

Otro vecino reflexionó sobre el impacto emocional de estos episodios, recordando la ira e impotencia que generan: “Hasta los más pacíficos, como yo, llegamos a pensar: ‘Voy, les prendo fuego el auto y que termine de una vez’. Otro vecino me confesó exactamente lo mismo. Claro, uno recupera la calma, se tapa la cabeza con la almohada y sigue sufriendo, pero algún día esto va a explotar. Alguien no se va a controlar y vamos a tener un episodio digno de Fuenteovejuna”.

¿Qué pueden hacer los vecinos?

Este tipo de eventos no solo afectan a El Cazador, sino a diversos barrios del partido de Escobar. Según un exintegrante de la asociación vecinalista CUDEC (Centro Urbanístico El Cazador), la clave está en la protesta activa y organizada.

“Los vecinos no pueden limitarse a quejarse en redes sociales; es fundamental presentar notas o petitorios al intendente, con la mayor cantidad de firmas posibles. En el pasado, en una propiedad donde se hacían eventos regularmente, los vecinos se manifestaron frente al portón durante una inspección municipal. Esa presión vecinal logró resultados, ya que la Municipalidad terminó exigiendo la suspensión del evento. Esta metodología demostró ser efectiva”.

Además, enfatizó que el problema no es solo la fiesta en sí, sino el negocio detrás de estas propiedades alquiladas para eventos masivos. “Si el municipio exige la suspensión de un evento, el propietario tendrá problemas con sus clientes, y eso puede disuadirlos de continuar con esta práctica”.

«El desafío no es solo de las autoridades, sino también de los vecinos. La unión, la presión organizada y el reclamo contundente pueden marcar la diferencia», concluye.