Recuerdos de Sujarchuk del atentado en la AMIA

A los 30 años del atentado a la AMIA, los diarios dedicaron hoy una amplia cobertura a este evento que cobró la vida de 85 personas.

El intendente Sujarchuk, quien entonces contaba con 22 años, se desempeñaba en el equipo de prensa de la institución judía. Aunque no se encontraba en el lugar al momento de la explosión, salió corriendo desde su casa para tomar un tren y dirigirse a su lugar de trabajo. En una nota escrita por él y publicada en el diario Infobae, Sujarchuk relata que aquel 18 de julio de 1994 «tenía agendado, después de una breve reunión laboral, pasar por la sede de la AMIA».

Luego, detalla cómo vivió ese trágico suceso:

«Había cumplido 22 años, la misma edad que hoy tiene mi hijo mayor. Recién recibido de periodista, trabajaba en distintos medios de comunicación de la colectividad y concurría seguido a la mutual para cubrir actividades o recabar información. Por esos días, colaboraba con el equipo de prensa por el centenario de la institución.

Vivía con mis padres en nuestra casa de Flores. Esa mañana escuchamos un ruido muy fuerte. Por la cercanía, pensamos que se trataba de un accidente ferroviario. Minutos después, en Radio Mitre, Néstor Ibarra decía: “Explotó una bomba en la AMIA”.

Todavía recuerdo el jean y la camisa que vestía cuando salí a las apuradas, sin abrigo pese a la fría mañana. Me tomé el tren hasta Plaza Once y corrí las diez cuadras hasta el viejo edificio de Pasteur. Unas manzanas antes empecé a sentir un olor penetrante, similar al que desprenden los escombros de hormigón y cemento bajo la lluvia. Al llegar a Pasteur al 600, vi el caos: gente en estado de shock, personas sobre las ruinas tratando de rescatar heridos, corridas desesperadas, gritos desgarradores, silencios angustiantes.

Horas más tarde era uno de los voluntarios que trabajaba en recuperar el rico patrimonio cultural de la biblioteca y del instituto IWO. Un milagro me había salvado de la explosión. En esas oficinas se mezclaban sensaciones: las alegrías de los que se reencontraban con padres, madres, hermanos, hijos; el llanto y dolor de los que confirmaban la muerte de un ser querido, la incertidumbre de quienes aguardaban noticias de familiares y amigos».

Sujarchuk luego comparte algunas historias personales de los protagonistas de aquel día y concluye su nota con reflexiones y su pesar por el hecho de que «no son tantos los que mantienen encendida la llama de la memoria y el vigente reclamo de justicia»:

«Hace años que no hablo públicamente sobre el atentado a la AMIA. A tres décadas de sucedido, tampoco se puede callar. Las 9:53 horas del 18 de julio de 1994 están grabadas en la memoria de una enorme mayoría de argentinos. Me animaría a decir que cada uno de nosotros tiene un recuerdo indeleble de dónde estaba o qué estaba haciendo en el mismo instante en que explotó la bomba. Lamentablemente, 30 años después no son tantos los que mantienen encendida la llama de la memoria y el vigente reclamo de justicia».