¿Estado presente o gasto excesivo? Los shows de la Fiesta de la Flor

 

El «Estado Presente» (o exagerado) que ha ganado fuerza en Escobar parece convencido de que mantener una planta de personal elefantiásica, un parque automotor oficial desmesurado, la proliferación de UGCs —muchas de ellas ineficientes— y la organización de grandes shows musicales con fondos de los contribuyentes es la fórmula para garantizar la alegría y satisfacción de la población.

En línea con esto, la Municipalidad anunció días atrás el espectáculo musical que se ofrecerá durante la próxima Fiesta de la Flor. Artistas como Luck R, Turf, Miranda!, Anaconda, Valentino Merlo y Néstor en Bloque actuarán en la emblemática exposición escobarense que, en los últimos años, ha convocado a más público para los eventos musicales que para la propia exposición floral.

Aunque el Municipio anunció que cobrará entradas, los montos establecidos y la cantidad de entradas que finalmente se entregarán de manera gratuita implicarán una millonaria erogación de fondos públicos.

El debate sobre el gasto en shows gratuitos tiene un problema central: en Escobar, nunca se revelan las cifras que implican estas contrataciones. Mientras que en algunos municipios los costos son públicos y generan indignación en amplios sectores de la sociedad, aquí los números permanecen como un secreto bien guardado.

Para dar una idea de los costos: El Calafate destinó al menos $100 millones para el pago de cinco artistas en la Fiesta del Lago a principios de este año (según TN). En septiembre de 2023, Lomas de Zamora gastó más de $156 millones en festivales gratuitos. En Mar del Plata, Babasónicos cobró $20 millones por su presentación del 5 de enero, y en Valle Fértil (San Juan), el intendente fue autorizado a contratar a tres artistas por $55 millones (Huarpe). Asimismo, en mayo pasado, el municipio de Merlo pagó $12 millones para que Ángela Leiva y Daniel Agostini actúen en una feria local (La Nación).

Recientemente, Juanse, el icónico líder de Los Ratones Paranoicos, criticó la forma en que el Estado organiza estos eventos, señalando que «el Estado está demasiado involucrado» y, a menudo, los usa con fines demagógicos. También subrayó que estas prácticas distorsionan el mercado, perjudicando tanto a artistas como a organizadores privados.

Funcionarios de Escobar intentan justificar estas erogaciones con argumentos como: «Son miles de personas las que asisten a nuestros espectáculos». Aunque puede haber  razón en ello, ¿se justifica gastar tanto en un show de dos horas mientras parte de la infraestructura del partido está colapsada: calles intransitables; vecinos que no pueden salir de sus hogares cuando llueve; ambulancias, bomberos y policías que no pueden circular a una velocidad adecuada, y la falta de servicios básicos como agua corriente y cloacas.

El tema de la transparencia vuelve a ser central: si desconocemos las cifras detrás de los cachets, ¿cómo puede confiar la comunidad en un proceso de contratación que involucra no solo al artista, sino también a una serie de intermediarios, organizadores, encargados de iluminación y otros factores?