El próximo Concejo Deliberante dejaría de tener  mayoría automática oficialista

Las próximas elecciones generales acapararán las miradas de todos los argentinos sobre quién será el desafortunado que deberá enfrentar una sucesión de bombas de tiempo durante los próximos cuatro años de gestión; de igual modo, en el terruño local, los vecinos estamos expectantes sobre quién será el próximo alcalde escobarense.
Pero en un país hiperpresidencialista, perdemos el foco en las cámaras y órganos deliberativos, incluso desconociendo quiénes son esas personas que, como afirma la Constitución, son nuestra representación directa en el Estado. A nivel local, se renueva la mitad del Concejo Deliberante, es decir, 12 escaños de los 24 que lo componen. Mi breve análisis se centrará sobre cómo se repartirán esas bancas y qué creo yo que será un gran beneficio para la democracia escobarense, para el republicanismo y para el ejercicio del diálogo.
De estas 12 bancas que se ponen en juego, 8 corresponden al oficialismo sujarchukista y 4 a la oposición de Juntos por el Cambio. Hoy día, en el hemiciclo se sientan agrupados los bloques del oficialismo, con 14 escaños y en la oposición (dejo a criterio del lector dónde ubica a cada edil) el bloque de Juntos, con 7 escaños, y los monobloques Juntos Podemos Cambiar Escobar, Cambia Escobar y Unión Liberal. Sumando, son 14 oficialistas y 9 de las distintas líneas de Juntos por el Cambio.
Mi esperanza republicana se centra en que, por cómo se avizoran las próximas elecciones y considerando las de 2021, pueda romperse la mayoría automática, el número mágico «12» con que cuenta el oficialismo. Es decir, que para legislar y seguir gobernando, se deba contar con el visto bueno del Concejo Deliberante, ponderando su función sin la denostación que hoy, a mi juicio, tiene. Por cómo funciona el sistema de repartición de la Provincia de Buenos Aires (Cocientes Hare) es posible que frente a un empate o bien un resultado medianamente parejo, en torno al 40% le correspondan 5 concejales al oficialismo y 5 a Juntos por el Cambio, siempre considerando una tercera opción que, como parece ser, puede hacerse con el restante, es decir, 2 concejales.
Sano sería para la alternancia republicana y las formas del buen gobierno que el sillón de Lambertuchi cambie de signo y que desde la oposición demostremos que sí se puede gobernar distinto y de forma abierta y transparente. Pero incluso sin ese objetivo logrado, la matemática permitiría que la repartición permanezca con ese 5-5-2 o bien un 5-6-1, con el sexto concejal para la oposición. Con esos guarismos, el concejo quedaría formado por 11 concejales del Frente de Todos, 10 u 11 concejales de Juntos por el Cambio y 3 o 2 concejales de los identificados con el conservadurismo nacionalista de La Libertad Avanza.

Si me acompañó hasta acá, posiblemente se haga esa ilusión de ver un Concejo Deliberante verdaderamente Deliberante, donde las Comisiones tengan un rol clave en la elaboración de las Ordenanzas que impliquen reformas estructurales en la vida cívica del municipio y en la forma burocrática del Estado Municipal, para que éste tienda hacia un sistema republicano y representativo, lejos de las aspiraciones feudales y totalitarias que muchas veces parece tener. El tiempo hablará y los números no fallan. La ciudadanía podrá ver el rol de cada uno de sus representantes y poder volver a participar activamente de esa vida cívica que no se reduce a meter un sobre en una caja cada dos años.

Ciro Andrés Patiño Smokvina