La máscara caída: discursos de moral y prácticas de impunidad
La veda electoral comenzó este viernes a las 8 de la mañana y se extenderá hasta las 21 horas del domingo. Durante este período, la normativa es clara: se prohíbe toda actividad proselitista. Como medio, respetamos la ley, aunque nos parezca absurda en algunos aspectos. Resulta exagerado que no se puedan debatir cuestiones políticas que no interfieren en el acto electoral en sí. Pero la ley existe, y cumplirla es un deber. Por esa razón, hoy tampoco publicamos nuestra clásica sección “Opinan los lectores”, en resguardo de la letra y del espíritu de la normativa.
Sin embargo, hay silencios que se confunden con complicidad, y no podemos callar lo que constituye una verdadera afrenta al sistema democrático. En las últimas horas, un partido político del distrito de Escobar colocó carteles proselitistas en las inmediaciones de varias escuelas -entre ellas las ubicadas en las calles Schweitzer y Da Vinci, en distintos barrios de Belén de Escobar-, en abierta violación de la ley electoral bonaerense.
El artículo es taxativo: “Está prohibida la propaganda de cualquier tipo, así como el uso de banderas, divisas u otros distintivos partidarios, en un radio de 100 metros alrededor de las mesas receptoras de votos”.
Cuando un espacio político desconoce deliberadamente esta prohibición, lo que está diciendo, en los hechos, es: “Me importa poco y nada lo que dicte la ley, hacemos lo que queremos”. Y cuando ese mismo espacio es encabezado por una persona que se presenta como transparente, ética y moral, la contradicción desnuda la farsa: detrás del discurso de corrección muchas veces se esconde una máscara de impunidad.
La pregunta es inevitable y atraviesa como un filo la conciencia ciudadana: si quienes pretenden representarnos violan de manera sistemática la ley, ¿qué ejemplo ofrecen? ¿Con qué autoridad moral pueden reclamar respeto a las normas quienes, en la práctica, las desprecian?
Lo preocupante no es solo la infracción puntual, sino el mensaje que se transmite: que la legalidad es un estorbo, que las reglas existen para ser burladas y que el poder justifica cualquier exceso. Cuando la dirigencia se comporta con semejante liviandad frente a la norma, ¿qué podemos esperar de los ciudadanos comunes?
La política no debería reducirse a una carrera desesperada por conservar o conquistar cargos, ni a un juego de picardías para “ganar como sea”. La ética no puede quedar relegada al segundo plano cada vez que el poder está en disputa. Porque si la ambición se impone siempre sobre la honestidad, ¿qué tipo de sociedad estamos construyendo?
¿Vale realmente todo con tal de conservar o alcanzar el poder? ¿Tan grande es la desesperación que hasta la ley se convierte en un obstáculo a esquivar? Si la respuesta de la dirigencia es afirmativa, entonces la ciudadanía tiene el deber de plantearse otra pregunta, aún más inquietante: ¿hasta cuándo vamos a tolerar que quienes dicen representarnos vivan como si las reglas no los alcanzaran?
Mahatma Gandhi afirmó en una ocasión: “La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda lo son hoy.”
Soy un hombre grande , que siente pena y llora por vivir en un partido donde se perdio todo respeto por la ley , se atropellan leyes y viven riendose de los vecinos de bien , esto que sucede en escobar ya es de indole delictiva y sin embargp seguimos permitiendo que hagan lo que quieran con nosotros y con la ley , no puede ser que pasen por encima de todo sin ningun escrupulo , y todo para ganar a cualquier precio !!!
Como en cada elección, el mascapito de la ugc del barrio pone el cartelito de Arielito a 10 mts de la escuela 7, incumpliendo todas las leyes.
Uno se lo saqué, dos se los rompi