Kennedy: ¿asfalto para muchos años?

«Se suponía que el asfalto iba a ser de 10 cm, ¿o no?» se pregunta Sebastián, un vecino de El Cazador, con referencia a la pavimentación en plena ejecución de un tramo de la Avenida Kennedy, la principal arteria de su barrio. Es que existe una genuina desconfianza entre muchos sobre la obra pública municipal, debido a que las reparaciones, asfaltos o rebacheos efectuados en el distrito suelen tener poca duración. «Me quedan dudas sobre la variación de la altura del asfalto en los diferentes sectores (ver fotografía), lo estuve controlando mientras lo hacían, no le doy mucha garantía a mi criterio, ¿pero pasará lo mismo que en la calle Sanguinetti y Cervantes frente al (colegio) preuniversitario de la UBA donde se asfaltó hace poco y hoy la obra ya se está despedazando?» agrega Sebastián.

Otro vecino, Eduardo, pese a no haber visto cómo prepararon la base de la obra de Kennedy, sugiere que «este tipo de estructuras son parabólicas, o sea en el borde por lógica tiene que ser un poquito más bajo que lo que se mediría en el centro de la avenida». Para él «una lluvia relativamente grande permitirá ver como trabaja la forma que tiene  la nueva calle, porque debería tener un escurrimiento lateral». Y agrega: «Esa parte se ve que sí la han hecho bien porque han perfilado las banquinas de manera que el agua no se quede estancada arriba del asfalto. Lo que no sabemos es el espesor que tiene  en su punto medio de la estructura parabólica». Con respecto  al asfalto frente al colegio preuniversitario, Eduardo asegura que desde el principio de la obra era evidente que se trataba de «pan para hoy y hambre para mañana, se nota en los charcos que se forman arriba, no hay escurrimiento lateral». Un aspecto que sí le suscita dudas en la obra de Kennedy es «si se analizó correctamente el tráfico que circula por aquí, con colectivos y camiones muy cargados», así Eduardo asegura: «No me cabe la menor duda que ese asfalto va a durar mucho menos de lo que considera el municipio porque incluso la forma en que trabaja la empresa adjudicataria no habla muy bien de ellos. ¡Dios dirá lo que va a pasar!» concluye.