Homenaje de Sujarchuk a Eva Perón

El intendente Sujarchuk conmemoró un nuevo aniversario de la muerte de Eva Perón, con el siguiente mensaje:

«En un nuevo aniversario de su paso a la inmortalidad, recordamos a Eva Perón, una de las personalidades más importantes de la política argentina. Enseñando que donde hay una necesidad nace un derecho, se convirtió en abanderada de los más humildes. Una dirigente con coraje para enfrentar a los poderosos y luchar por una Patria libre, justa y soberana, logró conquistar grandes derechos para las mujeres y todos los sectores postergados de la sociedad. Sensible, repleta de amor y amada por su pueblo Evita vivirá eternamente en nuestros corazones». 

Solo quienes tienen en la actualidad más de 80 años vivieron el período del primer peronismo y de la Evita que cosechó amores y odios. Para quienes no vivieron aquellos años, resulta conveniente leer algunos de sus mensajes que, para algunos de sus contemporáneos estaban cargados de amor y esperanza, y para otros de rencor e intolerancia:

Cuando elegí ser Evita sé que elegí el camino de mi pueblo; Nadie sino el pueblo me llama Evita; Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar, sin esperar; Nuestra patria dejará de ser colonia, o la bandera flameará sobre sus ruinas; El mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo; Como mujer siento en el alma la cálida ternura del pueblo de donde vine y a quien me debo; Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo. Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria; Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi patria; Solamente los fanáticos que son idealista y son sectarios no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran; El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón; Con las cenizas de los traidores construiremos la Patria de los humildes; Lo único que los mueve es la envidia. No hay que tenerles miedo: la envidia de los sapos nunca pudo tapar el canto de los ruiseñores; Con ellos y por ellos, por los trabajadores y por los descamisados, seguiré luchando como hasta hoy con el corazón y con el pensamiento puestos en el general, nuestro líder, nuestro conductor, nuestro maestro; Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista; Los vendepatrias de dentro, que se venden por cuatro monedas, están también en acecho para dar el golpe en cualquier momento. Pero nosotros somos el pueblo y yo sé que estando el pueblo alerta somos invencibles porque somos la patria misma; La limosna, dada para satisfacción de quien la otorga, deprime y aletarga. La ayuda social, honestamente practicada, tiene virtudes curativas. La limosna prolonga la enfermedad; Si este pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida; Soy sectaria, sí. No lo niego; y ya lo he dicho. Los dirigentes del pueblo tienen que ser fanáticos del pueblo. Si no, se marean en la altura y no regresan. Yo los he visto también con el mareo de las cumbres; ¿Sabrán mis “grasitas” todo lo que yo los quiero?