El Cazador: un campo energético

Por Pedro Luis Santroni*

En los años 60, siendo adolescente, ya recorría la zona denominada El Cazador, en extensas bicicleteadas, ejerciendo este paraje una fuerte atracción y surgía en mi la necesidad de volver, porque me sentía muy bien en este lugar. Sus escenarios naturales, la imponente barranca, los senderos sinuosos y agrestes, sus lagunas y arroyos, todo era «atrapante». Pero en el aire, había algo mágico, se respiraba distinto que en otras partes, indudablemente allí estaba el secreto.
Tuvieron que pasar muchos años de estudio, observaciones e investigaciones, para darme cuenta de que en estos parajes existía un gran campo de energía positiva, que convertía al lugar en una zona privilegiada.

A partir de ese momento descubrí el porqué de muchos hechos insólitos. Por ejemplo:

  • Que la mayor parte de los avistamientos OVNI se producían en El Cazador, y es raro que algún lugareño no haya visto uno en alguna oportunidad.
  • Que la mayor concentración de asentamientos indígenas se produjo en esta zona, y no en otra. Cabe destacar que los naturales eran nómades, con un alto grado de sensibilidad y amor a la tierra, y se arraigaron aquí.
  • Que en el año 1987, año muy especial, se celebraron reuniones de grupos energéticos y espirituales a nivel mundial, por la paz en el mundo, los cuales debían buscar lugares propicios para su misión: varios grupos de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires eligieron a El Cazador.

Hablando de personas sensibles, muchos artistas, como poetas, plásticos, actores y escritores eligieron este lugar por encontrar afinidad con estas energías.

¿Qué ven?

¿Cómo he comprobado la existencia real de esta energía? Pues bien, en mis incursiones en El Cazador, muchas veces me acompañaban personas con capacidades extrasensoriales extraordinarias, que al llegar a este lugar, la alegría se dibujaba en sus rostros, quedaban absortos, como embelesados ante lo que observaban. ¿Qué es lo que ven? Preguntaba yo muy ansioso. Muchísima energía, me respondían. ¡Veo prana flotando por todas partes! ¿Y cómo lo ven?» pregunté. ¡Son millones y millones de centellas moviéndose en el aire, generando un campo de energía positiva especial para el descanso, la relajación, el yoga, las caminatas, para recuperar la energía perdida, o para todo lo bueno que uno necesite.
Este tipo de energía no puede detectarse por medio de instrumentos, porque sus átomos carecen de masa física. Es una energía muy sutil, llamada también energía neutrínica, que es la esencia de la energía.

Cualquier persona que tenga un cierto grado de sensibilidad puede comprobar la existencia de la misma, confeccionando un péndulo casero, atando un hilo de coser a un anillo de oro (que es el material más energético) y tomando el hilo entre el pulgar y el índice, sostenerlo sobre algún punto elegido en el terreno o sobre alguna piedra, y verá que comenzará a girar en círculo, en el sentido de las agujas del reloj.
A pesar de que el campo energético se extiende en una ancha franja que llega hasta Loma Verde, he detectado lugares claves donde hay una concentración de esta energía, que son: el primer emplazamiento del aeródromo, el puente del arroyo Escobar que desagua en el río Luján, una laguna al pie de la barranca y la zona denominada Las Vizcacheras, entre otras. Lo asombroso de este campo de fuerza no es la energía en sí, sino los acontecimientos y fenómenos que genera, de los cuales hay muchas experiencias que merecen ser contadas, enfocadas desde las más variadas disciplinas.

* El autor de este artículo fue integrante de la Organización AICE (Aficionados a la Investigación Científica Escobar).

Foto: Ricardo Pfeifer