Cuando la transparencia se vuelve un lujo

La falta de transparencia de la actual administración municipal provoca un clima en el que resulta cada vez más difícil distinguir entre una denuncia falsa, un ataque con intencionalidad política o un hecho real que merece ser investigado. Esa ambigüedad no es casual: es consecuencia directa de una gestión que solo se expresa cuando hay “buenas noticias”, cuidadosamente diseñadas desde el marketing, donde la objetividad parece quedar relegada a un segundo plano.

La Municipalidad comunica con énfasis los logros, pero calla cuando se trata de rendir cuentas o dar explicaciones. Y ese silencio, sostenido y estratégico, abre el espacio para la desconfianza.

Por eso creemos necesario publicar la denuncia que recibimos del lector Martín, quien plantea serias irregularidades vinculadas al programa Escobar Hambre Cero. Su testimonio —que, vale aclarar, no es el primero de este tipo— cobra fuerza por el contexto en que surge: durante la última Fiesta de la Flor, cuando se pidió a los visitantes llevar cuatro alimentos no perecederos en lugar de abonar una entrada para asistir a los espectáculos musicales.

Según Martín, los alimentos recolectados en eventos de este tipo no siempre llegarían a quienes más los necesitan. La mercadería se acumula en galpones y se reparte a cuentagotas, a veces como premio político o beneficio partidario. «Si no sos afín, dudan en dártelo». Incluso se habría tirado mercadería vencida por falta de distribución o por simple abandono.

Reclama además que siempre que se organiza una campaña solidaria debería informarse públicamente «qué se recaudó y a quién fue destinado”. También menciona haber visto camionetas municipales descargando alimentos en domicilios particulares, una práctica que, de confirmarse, sería gravísima.

Creemos que si la transparencia fuera una práctica cotidiana y no un recurso ocasional, estas denuncias podrían verificarse fácilmente. Pero en Escobar, lamentablemente, la claridad informativa parece ser aún un lujo pendiente.