Alegría a medias

Todos festejaron el triunfo electoral, ¡hasta el Presidente de la Nación! También lo hizo el intendente Sujarchuk, en su caso con mayor justificación pues realmente salió victorioso en las elecciones del domingo pasado. Sin embargo,  la felicidad del jefe comunal no fue completa, fue una alegría a medias con un leve sabor amargo. Nadie discute que ganó cómodamente con el 43% y con una diferencia del 10% respecto a Juntos, su principal rival. Pero su objetivo de máxima no logro consumarse: acercarse al 64% que obtuvo su lista apenas dos años atrás.  Desde esa perspectiva, su gestión perdió el apoyo de miles de vecinos.

¿Los motivos? Quizás el malestar por las millonarias erogaciones en marketing, propaganda, convocatorias populares a almuerzos y cenas, y otros costosos eventos en el marco de la campaña electoral; las megaobras públicas iniciadas sugestivamente poco antes de las elecciones;  el costo de la mega Expo Escobar, que tuvo además un tufillo electoral; el estado de cientos de calles en pésimas condiciones y otras reparadas que al poco tiempo vuelven a su estado original; y la intranquilidad por proyectos no consensuados con la comunidad (construcción de la alcaidía y Ruta 26).

Hay quienes se preguntan si el reciente acto electoral constituyó un plebiscito. Creemos que la respuesta se encuentra formulándose el siguiente interrogante: ¿Cuántos ciudadanos que votaron concejales conocían sus nombres, antecedentes y trayectorias? Muy pocos. La gente se limitó a depositar en la urna su voto de confianza u oposición a la gestión del intendente. Sujarchuk lo sabía y por eso basó su campaña en 5 palabras: «Votar la lista de Ariel».

Ganó, sin lugar a dudas, pero su alegría no fue completa.