La escuela escondida en un vergel

El último kilómetro y medio que conduce a la Escuela Secundaria Nº 17 (primera sección de islas), luego de transitar por la Ruta 25 y pasar el puente Gobernador Mercante sobre el Río Luján, es un verdadero tesoro natural. Se trata de un camino de tierra enmarcado por una añosa arboleda, donde la fauna local se hace presente en cada rincón. Ese trayecto, que parece sacado de un paisaje bucólico, es recorrido diariamente por docentes y alumnos que asisten al jardín de infantes, la primaria y la secundaria que ofrece la institución. Muchos provienen de barrios cercanos: El Cazador, Villa Alegre, Stone y La Chechela, entre otros.

Nuestro periódico fue invitado a conocer las instalaciones, las obras y los proyectos del colegio. Al llegar, fuimos recibidos cálidamente por el cuerpo docente y, de inmediato, realizamos una recorrida por el predio. El lugar se encontraba prolijo, cuidado con evidente esmero, reflejando el compromiso de toda la comunidad educativa por mantenerlo en condiciones ejemplares.

La llegada de los alumnos tiene sus particularidades: algunos viajan por el río Luján en una embarcación de la Provincia de Buenos Aires; otros lo hacen por tierra, con serias dificultades en los días de lluvia, cuando el camino se convierte en un lodazal que imposibilita la circulación del transporte público.

Uno de los ejes pedagógicos de la institución es la conciencia ambiental. Con frecuencia, organizan jornadas de limpieza en las inmediaciones de la escuela e incluso en el propio río, con el objetivo de mantener un hábitat sano y agradable para todos. La matrícula ronda los 70 alumnos, quienes reciben materias adaptadas a su contexto rural, como una intensificación en el estudio de las ciencias naturales.

La vida escolar transcurre en un entorno muy particular, marcado por la cercanía con la naturaleza, la tranquilidad del paisaje y la presencia constante de aves, flora y fauna. Ese contacto cotidiano, que en otro contexto sería extraordinario, aquí forma parte de lo habitual:

—“Es una maravilla a la que estamos acostumbrados, lo mismo que el recorrido en lancha o la cercanía con el río”, cuenta Franco, profesor de Física y Química.

El trabajo en equipo es una marca distintiva del colegio:

—“Estamos todos alineados: el Profe Franco, Teresa, la profe de Prácticas del Lenguaje, Julieta, la profe de Inglés, David, el pintor… Nos conocemos, actuamos en conjunto, y si un alumno se siente mal tratamos de contenerlo entre todos. Al ser pocos, se genera un clima de unidad y contención mucho más fuerte que en otras escuelas”.

Esa atmósfera diferente se respira a diario. “Hoy, por ejemplo, estamos cocinando en el horno de barro para festejar el Día del Profesor. Invitamos a los chicos a participar y formar parte de la celebración. Eso marca una diferencia”, nos cuentan.

En cuanto a necesidades, los docentes reconocen:

—“Nuestra principal carencia es el gas. Además, tenemos dificultades en los días de lluvia, cuando el colectivo no puede ingresar, y en épocas de bajante del río, cuando la lancha no puede navegar”.

La escuela participa activamente en concursos de “ciudades limpias” con el objetivo de obtener recursos para mejorar la infraestructura. “Queremos construir un tinglado en el patio o un playón, y facilitar el ingreso de camiones de gas, que hoy se hunden en el barro; para ello recibimos donaciones de empresas ”, explican.

Recientemente, recibieron una donación de pizarrones, que ya fueron destinados a las aulas de primaria y secundaria. “Nos faltarían más, pero son detalles. En lo esencial, nuestras necesidades están cubiertas”, remarcan con gratitud.

Finalmente, abren las puertas a la comunidad:

—“Cualquier interesado puede acercarse a la escuela. Ahora también contamos con un Instagram: Escobar@ABC, donde se pueden anotar o contactarnos directamente”.